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Arte y parte ORIOL BOHIGAS

Siempre que se acercan unas elecciones me inquieta la escasa precisión de los programas que presentarán todos los candidatos. Con la obsesión de recoger los votos de lo que se llama el centro -es decir, el apoliticismo más inhumano y egoísta-, nadie propone unas líneas operativas concretas porque teme molestar políticamente a una buena parte de sus electores, que prefieren frases tan generales y tan inútiles como las que simplemente aseguran una economía pujante, un bienestar social o una soberanía no demasiado conflictiva. Ante esa indefinición, es el elector quien tiene que politizarse, formular su propio elenco de problemas y encontrar entre las líneas banales y crípticas de los candidatos algún atisbo de respuesta aproximada. Como votante en las próximas elecciones a la Generalitat, me he formulado una primera lista de problemas que no es ni ordenada ni sistemática porque entiendo que el orden y el sistema lo tienen que poner los partidos políticos, que para eso están. Su capacidad de orden y sistema es uno de los valores que también me harán decidir el voto. No es ninguna novedad colocar al principio de la lista el problema de la financiación de la autonomía, que se relaciona evidentemente con el grado de soberanía asequible porque aparece como un principio estructural y operativo indispensable para afrontar todos los demás temas. ¿Los candidatos nos explicarán con precisión cuáles son sus objetivos y cuáles serán sus estrategias? No parece tan evidente, en cambio, empezar la lista de problemas concretos con el de la progresiva pobreza de una buena parte de la población catalana cuyo dramático testimonio desacredita las impertinentes frases optimistas de los que nos gobiernan. Últimamente han aparecido informes alarmantes que explican como el problema del Cuarto Mundo -la pobreza y la marginación de grandes sectores urbanos en los países desarrollados sumidos en el crepúsculo estrellado del capitalismo liberal- alcanza ya en Cataluña unas dimensiones alarmantes. Este tema comporta otros problemas paralelos: la desocupación juvenil, la inmigración insuficientemente asimilada, la obsolescencia del parque de viviendas, la delincuencia. Estos miles de ciudadanos que no pueden sobrevivir han empezado a crear una grieta social irreparable, siguiendo el modelo americano, en el que los marginados ni siquiera alcanzan la cohesión necesaria para generar una revolución salvadora y derivan hacia una violencia no reivindicativa, aideológica. ¿Algún candidato ha afrontado este tema no en frases de paternalismo esperanzador, sino según un programa de medidas sociales y económicas inmediatas? La educación no es un solo problema: son muchos problemas que se interfieren. ¿Qué se ha hecho del viejo ideal de una escuela obligatoria, laica y gratuita, cuando las privatizaciones protegidas y la enseñanza religiosa lo dominan todo desde los párvulos a la Universidad? Es muy lógico que las derechas no se atribuyan este ideal, pero es bastante decepcionante ver que algunas izquierdas lo están olvidando. La enseñanza profesional es inexistente o extemporánea. La enseñanza universitaria requiere cambios sustanciales, sobre todo cuando se la supone uno de los soportes de la investigación. ¿Qué opinan los candidatos sobre el hecho de que nuestro índice de I+D sea uno de los más bajos de Europa? ¿Alguno explicará qué plan va a seguir para recomponer la igualdad en la educación y refundar la enseñanza profesional y la investigación, sin las cuales no se puede hablar seriamente de progreso económico ni de justa distribución social? Hablan poco de política cultural y no parecen tener ideas muy claras sobre determinados aspectos dudosos e insuficientes: las grandes infraestructuras indispensables como soporte de una progresión de actividades, las equívocas situaciones de la llamada industria cultural, la puesta al día del patrimonio y de los museos, la discusión sobre la

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