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Fernando Colomo refleja la elegancia y el optimismo de La Habana de hoy

El director estrena una nueva comedia, "El cuarteto de La Habana"

Por encima de los enredos de cama entre cubanos y europeos (que los hay), de los chistes (el príncipe Felipe se casa con una mulata) y de la imagen turística de La Habana, Fernando Colomo ha querido retratar en la comedia El cuarteto de La Habana la elegancia del pueblo cubano, que no sólo piensa en embaucar al que llega con la cartera abultada. "Esa idea del dinero y del trabajo allí no existe. Y me ha admirado su elegancia, su capacidad para ser felices y de sobreponerse a lo peor sin tener que pedir nada", declaró ayer el cineasta.

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Cuando Fernando Colomo (Madrid, 1946) se fue a rodar en abril del año pasado a Cuba llegó sin guión, sólo se fue con una idea y a jugársela, según contó ayer al presentar la comedia El cuarteto de La Habana, su decimoquinta película. Reconoció que hay un interés renovado (y no sólo cinéfilo) por Cuba en todo el mundo ("hasta el Papa contribuye a ello", dijo), pero el realizador partió allí a "una cita a ciegas". Una vez metido en ambiente, que, matizó, "no era el de trasnochar", se encontró, a plena luz del día y con un calor que casi no le dejaba dormir, con un pueblo que aparentemente no tiene nada, pero que a él no le dio pena porque por encima de todo posee una gran dignidad y orgullo. "El tiempo no tiene valor. Eso les otorga una gran riqueza y un espíritu mucho más relajado que el nuestro, que parece que estamos todo el día cabreados. Ellos en ningún momento te lloran, el milagro es cómo viven y cómo se preparan", opinó el realizador de La vida alegre.

Colomo eligió como coguionista para desarrollar su idea al cubano Julio Carrillo. A él se le ocurrió la escena televisiva en la que el príncipe Felipe se casa con una mulata. Un ejemplo de cómo arrasa en Cuba la revista ¡Hola! "Es que allí es un mundo. Estuvo durante un tiempo prohibida, pero ahora la venden en los hoteles, carísima. ¡Hola! es la mejor droga, es la pura evasión. Hay gente que vive de alquilar la revista y también novelas de Corín Tellado".

"Allí la gente alquila muchas cosas, el vídeo, la cámara, el traje de boda...", añadió una de las actrices, Mirtha Ibarra, protagonista de Fresa y chocolate y Guantanamera. "Pero no creo que la visión de sacarle dinero al turista la tengan todos los cubanos. La gente sabe distinguir y sabe que el turista que se aloja en casas particulares tiene un dinero normal y que trabaja para ganarlo. Algunos hasta piden un crédito para ir. El turismo rico va a otros sitios, como Cayo Largo. A ésos no les ves por La Habana", declaró la actriz. La historia de El cuarteto de La Habana, que Colomo rodó en cinco semanas, comienza en el Madrid actual. Walter (Ernesto Alterio, que ahora rueda Yoyes), aspirante a músico, se gana la vida haciendo lo que puede en un local de jazz mientras cuida de una abuela cascarrabias. Su novia (María Esteve) se queda embarazada y él, un vivales, huye como de la pólvora a Cuba.

No falta en la película la escena de un avión fletado con personal exclusivamente masculino bien regado de alcohol. "No he querido centrarme sólo en los españoles que van a Cuba, sólo quería dar una pincelada de turismo. Estamos contando una historia entre españoles y cubanos, que es un poco la historia de la villa, una gran casa de categoría venida a menos", subraya este cineasta, que cuenta con su propia productora. Como tampoco falta una madura italiana rica que va de querer ser solidaria con el pueblo cubano, cuando lo único que persigue es encamarse con unos cuantos jovencitos a los que paga con generosidad.

Según el realizador, Cuba es un terreno abonado para la comedia. "Su carácter es tan distinto al español. Por eso elaborar el guión sobre la marcha fue muy sencillo, sólo tuvimos que ir añadiendo las cosas que nos ocurrían", añadió Colomo, que incluso tuvo la sensación de que le quedaban muchas historias cubanas por contar. "A veces me dicen que soy más periodista que cineasta, que hago reportajes, y algo de razón tienen", opinó.

Colomo comparó su experiencia cubana con otras dos de sus películas: La línea del cielo la realizó, dijo, sin material ni infraestructura; en El efecto mariposa tenía tanto de los dos que le oprimió. "El cuarteto de La Habana, dentro de su dureza, ha sido una experiencia vital para mí".

Con las tres ha sufrido mucho, declaró. Para él, eso de que alguna de ellas haya podido ser más fácil o que lo ha pasado mejor "no existe". Aunque admite que su estancia cubana (en total tres meses) fue maravillosa.

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