"La investigación en un país necesita un compromiso económico a largo plazo"
ENVIADA ESPECIALWerner Arber recibió el premio Nobel de Medicina, en 1978, por el descubrimiento de las enzimas de restricción, una herramienta fundamental de la ingeniería génetica. Y como varios otros Nobel, ha abierto su horizonte de intereses a los problemas más globales de la ciencia y la sociedad y la ayuda al mundo en desarrollo. El suizo Arber (1929) es presidente del Consejo Internacional para la Ciencia (ICSU), una organización no gubernamental creada en 1931 que ahora engloba 95 países y 25 asociaciones científicas internacionales. La ICSU organiza, junto con la Unesco, la Conferencia Mundial sobre Ciencia que hoy concluye en Budapest.
Pregunta. Si el I+D es un recurso económico, como se afirma a menudo, ¿cree que los países con un sistema potente de I+D están dispuestos a compartir este recurso libremente con otros?
Respuesta. Esto depende un poco del mundo económico. En mi campo, la biología, hay cada vez más intereses económicos en la investigación científica. Por un lado esto supone fondos para hacer productos médicos más eficaces y tratamientos, pero por otro se busca ganar dinero con esa inversión. Es una relación complicada.
P. ¿No supone un riesgo para el libre acceso al conocimiento?
R. En biología, en principio, estoy en contra de las patentes, pero mis colegas en la industria me explican que la regla de las patentes es tal que en un corto periodo de tiempo se hacen públicos los descubrimientos mientras que si no hubiera patentes, la investigación con fondos privados se mantendría permanentemente tras las puertas cerradas y nunca sería libre. El sistema de patentes obliga a dar la información; la utilización de la información para beneficios comerciales es un privilegio del que tiene la patente, pero el conocimiento per se es accesible a todos.
P. ¿Qué área científica es más sensible a la privatización del conocimiento?
R. Toda la química, como ha sido siempre. Y ahora la biología se está acercando mucho.
P. ¿Qué argumentos utilizaría para convencer a un país de que invierta en ciencia?
R. Es necesario un claro esfuerzo para lograr una capacitación, y en muchos países hace falta la ayuda competente desde fuera. Pero además se precisa una cierta garantía de estabilidad en el apoyo a la investigación en el país. Esto significa un compromiso financiero a largo plazo que no es tan fácil para muchos, pero creo que, a la larga, queda claro que es beneficioso, que se puede crear nueva riqueza a partir de esa investigación, creando empleo, etcétera.
P. ¿Hay un mínimo a partir del cual un país puede despegar en ciencia y tecnología?
R. Depende mucho de cada campo. En algunas áreas, con relativamente pocas personas bien formadas e innovadoras puedes lograr muchos resultados, mientras que otros campos dependen de grandes instalaciones e inversiones. En muchas áreas hay colaboraciones internacionales en que pueden participar países poco desarrollados.
P. ¿Cree que los científicos están interesados en estas cuestiones de la relación de la ciencia con la sociedad y la ayuda al desarrollo o se ocupan de su experimento en su laboratorio y nada más?
R. Si miro a mi alrededor en el trabajo diario creo que en el laboratorio se piensa más en el trabajo de cada uno que en estos asuntos globales. Sin embargo, he notado que un número cada vez mayor de jóvenes científicos está interesado en estas cuestiones; también les preocupa su propio futuro y las posibilidades de empleo. Espero que esta conferencia servirá para movilizar más aún a las jóvenes generaciones.
P. ¿Qué hará ICSU para apoyar la Declaración Mundial sobre la Ciencia que surja de Budapest?
R. Presentaremos los resultados en la asamblea general de ICSU en septiembre. Es una ocasión estupenda para lanzar programas nuevos. El marco de acción establecerá una líneas y espero contar con el apoyo de Unesco y con el mundo político para obtener ayuda económica y poder llevar adelante nuevos programas.
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