Los serbios abandonan Kosovo por centenares ante la ineficaz protección de la OTAN
Menos de dos semanas después de su entrada en Kosovo, la euforia con que fueron recibidas las tropas internacionales (Kfor) por los milicianos albanokosovares se ha enfriado. No se trata sólo de que la presencia de los soldados aliados se haya vuelto rutinaria, sino también de que los roces cada vez más frecuentes con la guerrilla del Ejército de Liberación de Kosovo (ELK) están acabando con la inicial luna de miel. El último ha sobrevenido en el intento de los aliados, fallido hasta el momento, de detener el acoso que sufren los serbios con el fin de forzarles a abandonar Kosovo.
Las diferencias entre la guerrilla albanokosovar y los aliados nacen de un malentendido: mientras el ELK se considera copartícipe de la victoria y aspira a cobrar los dividendos, la Kfor sólo lo ve como un factor de desestabilización. A pesar del acuerdo de desmilitarización firmado el día 21 en Pristina por el comandante jefe del ELK, Hashim Thaqi, y el mando de la Kfor, el general Michael Jackson, cuyo primer plazo se cumple el lunes, los incidentes se multiplican y el acoso a la minoría serbia va en aumento. En la noche del jueves al viernes murieron 14 personas en Pristina, la capital de la provincia serbia, a causa de enfrentamientos étnicos. Jackson se dirigió ayer a los serbios de Kosovo Polje para intentar tranquilizarles: "Estamos aquí para ayudarles. Les pido que tengan valor y confianza en nuestra protección. Un Kosovo sin su población serbia no es el Kosovo que todos concebimos". La repatriación de 70 serbios a la ciudad de Pec, organizada el pasado lunes por la brigada italo-española, ha resultado un fiasco. La mayoría se han vuelto ya a Montenegro, por temor a las venganzas. Es el mismo camino están siguiendo muchos de los que se quedaron. Ayer, más de 500 serbios de Vitomirica y Peasha Noselo, dos pueblos próximos a Pec, emprendieron el camino del exilio. La caravana estaba formada por unos 150 vehículos, entre turismos, tractores y autobuses, que fueron escoltados hasta la frontera por la Kfor. La marcha se demoró 36 horas porque los serbios pedían a la Kfor una protección para partir que, según ellos, no tienen para quedarse. El obispo ortodoxo de Pec, Filoquio, intentaba lo contrario: que los aliados impidieran la marcha de sus feligreses.
El aspecto de los refugiados serbios, con todos sus enseres cargados sobre los vehículos, no era muy diferente a de los albanokosovares que se marcharon hace tres meses y regresaban por el carril contrario de la misma carretera. Un hombre, que no quiso dar su nombre, y al que acompañaban su madre, su esposa y sus cuatro hijos, aseguró que la mayoría eran montenegrinos, y que nunca han tenido problemas con los albaneses. "Cuando ellos tuvieron que irse, nosotros les dimos comida y bebida para el camino, pero ahora ni siquiera nuestros vecinos que han vuelto pueden ayudarnos, porque están asustados por el ELK", dijo. "Estamos de acuerdo en que quien tenga las manos manchadas de sangre se vaya, pero nosotros no hemos hecho nada".
"El ELK quema las casas"
Más contundente en su juicio era la abuela: "El ELK y la Kfor trabajan juntos. El ELK quema las casas y los italianos miran a otro lado. Sólo saben pasearse con sus armas". La afirmación de la anciana no es exacta. Ayer por la tarde fue detenido frente al hotel Metohija de Pec, sede del cuartel general de la brigada italo-española, un policía militar del ELK, armado con una pistola y una bomba de mano. En total, unas 40 personas han sido capturadas por los carabinieri, al resultar sorprendidas en delito flagrante, pero son puestas en libertad tras tomarles declaración, ya que la Kfor no tiene potestad para ir más lejos. Las tropas aliadas también han pasado de la mera presencia al borde de las carreteras al establecimiento de verdaderos puestos de control, en los que se registran los vehículos y se incauta el armamento. Esta mayor implicación represiva de los soldados aliados, que irrita a los milicianos albanokosovares, no consigue frenar la cada vez más generalizada quema de las viviendas de los serbios en toda la región. La práctica siempre es la misma: primero se desvalija la casa y luego se le prende fuego. Avivado por las amenazas, el miedo se propaga con mayor rapidez que las llamas, provocando el éxodo masivo de la minoría serbia. "El ELK sabe que si aquí no queda ningún serbio, la independencia de Kosovo será irreversible", reflexiona un mando militar español.
Sin embargo, el primer muerto de la brigada italo-española no ha sido víctima de los francontiradores o las minas. Pasquale Dragano, de 21 años, primer cabo mayor del 18 Regimiento de la Brigada de Infantería Garibaldi, falleció a las 21.40 horas del jueves en el hospital militar de Pristina, a donde fue evacuado en helicóptero. El soldado fue víctima de un desafortunado accidente cuando montaba una ametralladora MG VM90P en la parte superior de un blindado italiano.
[Por otra parte, un civil kosovar resultó muerto ayer por la tarde al ser alcanzado por un disparo de marines norteamericanos que respondían a un ataque, según informó Kfor y recogió Reuters. "Miembros del 26º Cuerpo Expedicionario de los Marines fueron atacados en su posición", en la ciudad de Gniljane, a 40 kilómetros al sureste de Pristina, "respondieron y mataron a un civil", relató el portavoz de la Kfor en la provincia serbia.]
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