¿Dónde están los Goya?
El Ayuntamiento de Barcelona teme por la colección de arte que Muñoz Ramonet le dejó en su testamento. Diferentes fuentes señalan que, entre 1991 -fecha en que fallece Muñoz Ramonet- y 1995 -cuando el Ayuntamiento se entera de que forma parte de la herencia-, algunas de las piezas más importantes de la colección podrían haber sido sustraídas de los inmuebles de las calles de Muntaner y del Avenir, y trasladadas presumiblemente a Madrid, donde viven tres de las cuatro hermanas Muñoz Villalonga. El propio concejal de Cultura, Joaquim de Nadal, asegura que durante la inspección judicial que se realizó el año pasado se detectó que faltaban obras: "Habían paredes vacías en las que se podían apreciar las marcas que dejan los cuadros colgados durante mucho tiempo". Por este motivo, el Ayuntamiento se reserva la posibilidad de, una vez se agote la vía civil, abrir otro litigio de tipo penal para exigir responsabilidades a las hermanas Muñoz Villalonga y sus sociedades, siempre que pueda demostrar una alteración en los fondos artísticos del legado, que Muñoz Ramonet no describió en su testamento. Este tesoro artístico tiene sus orígenes en la compra, en 1934, de la colección de pintura de Ròmul Bosch i Catarineu. Las obras estuvieron depositadas entre 1934 y 1950 en el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC), como garantía de un préstamo institucional que en su día se concedió a una empresa propiedad de Muñoz Ramonet. Según diferentes testimonios, entre las cerca de 400 obras de la colección hay abundante pintura catalana (Fortuny, Urgell), retablos y piezas del Gótico, así como cuadros atribuidos a Goya, Rembrandt, Zurbarán, Gainsborough, Monet, El Greco, Grunewald, Ribera, etcétera. Todas estas obras son muy conocidas entre la alta burguesía catalana, puesto que a Muñoz Ramonet le gustaba exhibirlas para impresionar, señalan personas que estuvieron hace años en los palacetes del empresario. Expertos en arte, como el fallecido Joan Ainaud de Lasarte, conocieron las obras porque Julio Muñoz requirió de sus servicios en los años sesenta para valorar, bajo orden judicial, algunas de las piezas, lo que luego utilizaba el empresario barcelonés como aval para solicitar préstamos a los bancos.
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