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El Ayuntamiento reclama ante la justicia suiza y española la herencia de Muñoz Ramonet

El empresario barcelonés Julio Muñoz Ramonet sigue dando qué hacer a la justicia ocho años después de su muerte. Ahora, a través de sus cuatro hijas. El Ayuntamiento de Barcelona fue citado en marzo pasado por las hermanas Muñoz Villalonga ante los tribunales suizos en un acto de conciliación en el que pidieron sin éxito al Consistorio que aceptase la nulidad del testamento de su padre. Muñoz Ramonet legó en 1991 un lujoso palacio en la calle de Muntaner y la valiosa colección de arte cobijada en su interior para que una fundación bajo el patronato de la ciudad abriera un museo. Pero las trabas legales puestas por las hijas todavía no lo han hecho posible. El Ayuntamiento ha presentado una demanda de reclamación de legado en España y no descarta la vía penal por la presunta desaparición de importantes cuadros de la colección.

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Julio Muñoz Ramonet falleció en Chur (Suiza) el 9 de mayo de 1991, dos meses después de que el fiscal de la Audiencia Nacional pidiera una pena de 11 años de prisión contra él por los presuntos delitos de falsedad documental y estafa. Había dejado en la Compañía Internacional de Seguros, el último bastión de su entramado financiero, un agujero de 4.000 millones de pesetas. Pero también dejó tras de sí una gran herencia. Julio Muñoz hizo 11 testamentos a lo largo de sus 79 años de vida. El último, datado el 20 de abril de 1988, legaba su finca de la calle de Muntaner, el jardín y el inmueble anexo de la calle del Avenir, "con todo su contenido completo", a una fundación bajo su nombre. Según reza el testamento, la finalidad era "la conservación y mantenimiento de estas instalaciones y su visita y aprovechamiento útil por el público bajo el patronato de la ciudad de Barcelona". Han pasado ocho años y los barceloneses todavía no han podido ni visitar la casa, el antiguo palacio del Marqués de Alella -hoy patrimonio cultural de la ciudad-, ni gozar de una colección de 400 piezas de arte valorada en miles de millones de pesetas, en la que se encuentran cuadros de Goya, Zurbarán, Tiziano y Rembrandt, entre otros. El motivo de que la Fundación Julio Muñoz Ramonet, presidida desde su creación, en julio de 1995, por Ernest Maragall, no haya podido hacerse cargo de estas propiedades reside en la actitud que adoptaron las cuatro hijas del empresario tras el fallecimiento de éste. De entrada, el Consistorio tardó cuatro años en enterarse de que era uno de los legatarios. Fue informado de ello por una persona a la que la familia Muñoz Villalonga le debía dinero. El testamento del empresario sólo legaba a sus hijas el usufructo de una finca en Sant Andreu de Llavaneres. Éstas reaccionaron con celeridad y, sin comunicar ni ellas ni los albaceas del testamento al Ayuntamiento su parte del legado, firmaron una aceptación de la herencia a beneficio de inventario en el Juzgado de Primera Instancia número 6 de Barcelona después de compensar económicamente al resto de legatarios por su renuncia. Miles de millones En el inventario, las hijas vaciaron el legado de contenido aduciendo que las propiedades que citaba su padre no estaban a nombre de él, sino que eran de diferentes sociedades. Valoraron la herencia en poco más de 59 millones de pesetas, cuando pagaron 300 a los herederos por renunciar a su parte. Pero las hermanas ya se habían hecho con toda la fortuna paterna, valorada por personas conocedoras del caso en más de 20.000 millones de pesetas, con una ampliación de capital de 93 millones en la sociedad dominante del entramado financiero de Muñoz Ramonet pocos días antes de que éste muriera. Por este motivo, la Generalitat investiga desde julio de 1995 si las hijas eludieron el fisco al tomar el control de la sociedad patrimonial de su padre. En el Departamento de Economía aseguran que las diligencias siguen su curso, sin dar más detalles: "Es una cuestión privada". Al enterarse del caso, el Ayuntamiento presentó en 1996 una denuncia ante el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña por apropiación indebida de bienes y estafa. "Se instó a la Fiscalía que fuera por la vía penal para hacer valer los derechos de la ciudad", explica el concejal de Cultura, Joaquim de Nadal. Pero la justicia decidió que primero se debía agotar la vía civil. Según Eduald Vendrell, el abogado que representa a la Fundación Julio Muñoz Ramonet -es decir, al Ayuntamiento-, en febrero pasado se presentó una demanda de reclamación de legado contra las herederas y las sociedades pantalla que ostentan su patrimonio ante el Juzgado de Primera Instancia número 1 de Barcelona. En las diligencias preliminares, hace un año, el juez decretó bajo vigilancia judicial el palacio de Muntaner e inventarió su contenido. Ante la justicia suiza, la estrategia municipal es de defensa. "La conciliación para la nulidad del testamento es la primera instancia judicial que nos llega", explica Vendrell, quien dice que "ahora hay que ver si las hijas formalizan una demanda". Los abogados de las hermanas Muñoz Villalonga piden la nulidad del escrito de últimas voluntades porque fue escrito en alemán, idioma que Muñoz Ramonet desconocía. Pero el testamento, tal como éste indica, le fue traducido por un intérprete en francés, lengua que sí hablaba.

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