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Crítica:DANZA - FESTIVAL DE GRANADA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Medalla y buen baile

El trabajo del bailarín y coreógrafo José Antonio al frente de la Compañía Andaluza de Danza ha cristalizado en conseguir un conjunto de algo más de una quincena de bailarines que brilla por su cohesión y rigor, por su manera de enfrentar cualquier género de la danza española que se le presente. En este sentido, José Antonio les ha sabido transmitir e infundir la responsabilidad máxima del intérprete de danza, y ello se respira tanto en la creación sinfónica como en la estilización escénica del flamenco. El estreno absoluto de este programa en Granada sirvió para que le fuera entregada a José Antonio, con total merecimiento, la medalla conmemorativa del festival (que este año también recibirán Lorin Maazel, Joaquín Rodrigo y la Fundación Rodríguez Acosta). Al entregarle la medalla, Aída Gómez, directora del Ballet Nacional de España, tuvo unas sentidas palabras que, de manera sencilla, resumían el papel generacional y estético de José Antonio. Baste esto para decir que en el aparato laboral que despliega este artista se aúnan el saber vernáculo con un constante espíritu de renovación, visto todo siempre a través de una óptica muy rigurosa, de gran seriedad y responsabilidad cuando se taconea o se quiebra, cuando se gira o se salta: toda la danza, para ser buena, según José Antonio, debe funcionar desde este presupuesto moral y artístico.

Compañía Andaluza de Danza

"Elegía andaluza". Coreografía: José Antonio. Música: Joaquín Turina. Vestuario: Pedro Moreno. Luces: Juan Gómez Cornejo. "Un ramito de locura". Coreografía: Javier Barón. Música: Juan Carlos Romero, Mariano Campayo y Paco Iglesias. Luces: Paloma Contreras. Vestuario: May Cantos. Jardines del Generalife. Granada, 23 de junio.

Homenaje abstracto

La nueva obra Elegía andaluza está articulada sobre una música de difícil seguimiento y que originalmente fue compuesta por Turina para que la estrenara en el escenario Antonia Mercé, hecho que no se produjo jamás. Me pregunto que por algo esta partitura se ha mantenido en la oscuridad con respecto al baile escénico, y es que encierra enormes dificultades, aun en su brillantez y amplia gama de sugerencias. José Antonio se acerca en un homenaje casi abstracto al legendario Antonio Ruiz Soler y a su compañera de tantos años, Rosario, pero en ningún momento se trata de un homenaje literal o imitativo, sino de una evocación que podemos calificar de esencialmente poética, como lo es su arranque coreográfico con siete mujeres, donde lo coral halla una expresión delicada de continuidad entre lo de antaño y lo de por venir. Digamos que la coreografía es endiabladamente difícil de ejecutar, tanto en ritmo como en brazos.

La segunda parte dejó ver una creación de Javier Barón, que peca del mismo defecto que su obra anterior: falta la búsqueda de una conexión entre palos y escenas, pero esta vez la papeleta es salvada con dignidad y buen hacer por los bailarines, donde especialmente vimos lucirse a Pepa Mercé y África Moreno, cada una en su estilo, pero dando todo de sí. El vestuario de May Cantos, con la realización primorosa de Salao, evocaba en rigor el antiguo traje andaluz, sin caer en tópicos y con un colorido de agradecer.

El público del Generalife, de inveterado frío, esta vez reaccionó con calurosa espontaneidad ante un espectáculo tan equilibrado como generoso.

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