La seguridad de los serbios de Pec, garantizada por españoles e italianos

Lo primero que hizo el coronel Vicente Díaz de Villegas cuando llegó a Pec, la ciudad al oeste de Kosovo donde se ha instalado el cuartel general de la brigada formada por italianos, españoles y portugueses, fue acercarse al monasterio ortodoxo. Junto con el general jefe de la brigada, el italiano Mauro del Vecchio, y el ministro yugoslavo de Energía acudió a entrevistarse con el pope de la Iglesia ortodoxa. Le garantizó la seguridad de los alrededor de 150 serbios que se han refugiado en el monasterio y de otros 2.000 que desean regresar.

Para tratar de la seguridad de los serbios, se reunieron anoche en Pec los mandos italianos y españoles junto con el pope de la iglesia local y el máximo responsable del Ejército de Liberación de Kosovo (ELK) en la zona. Y es que Pec no es un lugar cualquiera para los serbios. En su monasterio fue enterrado el príncipe Lazar, héroe de la batalla del Campo de los Mirlos (15 de junio de 1389), una derrota sobre la que se funda el mito de Kosovo como cuna de la nación serbia. Esta ciudad es también la sede del Patriarcado, la máxima jefatura de la Iglesia ortodoxa en Yugoslavia. Los dos mandos de la Fuerza de Paz de la OTAN (Kfor) ofrecieron al arzobispo protección para sus feligreses, pero advirtieron de que aún hará falta algún tiempo para controlar la situación. El sábado resultaron muertos tres serbios y uno gravemente herido a causa de disparos cerca de Pec.

Pese a ello, el mando italiano asegura que la actitud del ELK es de cooperación. El general Del Vecchio les ha prohibido patrullar con armas por la ciudad o que monten puestos de control. Hasta ahora, los italianos aseguran haber requisado más de 60 kalashnikov, una veintena de lanzagranadas y numerosas bombas de mano. Respecto a la prohibición de que hagan exhibición por las calles de sus uniformes e insignias, se hace de momento la vista gorda.

Pero la seguridad no es el único problema para el regreso de los serbios o los albanokosovares. Tampoco hay a dónde volver. Pec es una de las localidades más devastadas de Kosovo. De los 80.000 vecinos que la habitaban antes de la guerra, en torno a un 30% de serbios según las estimaciones, quedan poco más de 300. El centro se ha convertido en una ciudad fantasma. La inmensa mayoría de los edificios están en ruinas o gravemente dañados. Casí el único que se conserva intacto es el hotal Metohija, sede del Estado Mayor de la brigada multinacional oeste, al que ayer se incorporaron 52 militares españoles.

La mayoría de ellos, 49, volaron en dos helicópteros Chinook británicos. Los seis restantes emplearon más de ocho horas en recorrer los 190 kilómetros que separan Skopje, la capital de Macedonia, de Pec, dando un rodeo por el sur de la provincia, a través de la ciudad de Prizren, en la zona bajo control alemán, por una carreteras colapsadas y deficientes.

Los militares españoles no tienen la sensación de haber llegado tarde, aunque se hayan visto privados de la gloria de las tropas que entraron en Kosovo cuando aún no se había retirado el Ejército yugoslavo. De momento, los militares que ayer se incorporaron a Pec tienen seis meses por delante, hasta casi las navidades, para esperar el relevo.

Una vez instalados, los soldados empezarán mañana la búsqueda del emplazamiento donde se levantará el campamento del batallón español, compuesto mayoritariamente por legionarios, cuya llegada está prevista al puerto griego de Salónica para el día 27.