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ECOLOGÍA

Una normativa evitará que con los nuevos tendidos eléctricos mueran miles de aves

La reconversión de las líneas que cruzan zonas protegidas costará unos 80.000 millones

El Ministerio de Medio Ambiente prepara un decreto para modificar las características técnicas de los tendidos eléctricos y evitar así la muerte de miles de aves por electrocución o estrelladas contra los cables. La nueva normativa se aplicará a los nuevos tendidos. Después se pretende, poco a poco, que se vayan reconvirtiendo los ya existentes, especialmente aquellos que cruzan zonas protegidas. Esta sustitución costará, según una primera estimación, unos 80.000 millones de pesetas, para cuya financiación se estudia la posibilidad de aplicar fondos de la Unión Europea.

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Las líneas afectadas son las de distribución de baja, por las que la electricidad circula a tensiones iguales o inferiores a 45.000 voltios, y que son propiedad de las compañías eléctricas, a diferencia de las de alta tensión (más de 45.000 voltios), que son gestionadas por Red Eléctrica de España, SA. Y es que la red de alta tensión mantiene ya unas normas de seguridad muy estrictas, por lo que el impacto sobre la mortandad de aves es mínimo. Entre las especies afectadas destaca el águila imperial ibérica, considerada como una de las siete aves más amenazadas del mundo, y cuya población se estima actualmente entre 100 y 120 parejas, según Juan Criado, de la Sociedad Española de Ornitología (SEO / Bird Life). En 1996, un estudio puso de manifiesto que durante los anteriores 30 años la principal causa de muerte no natural de esta especie, en un porcentaje del 62, había sido la electrocución en las líneas de conducción eléctrica, que mató a unos 70 ejemplares. No es el único caso, aunque sí el más emblemático. De hecho, los estudios disponibles sobre el problema ofrecen un panorama desolador.

En Doñana se realizó durante un año (1982-1983) el seguimiento de 100 kilómetros de tendido eléctrico y se recogieron 778 aves muertas de 54 especies diferentes; algunas de ellas, en peligro de extinción, como el águila culebrera. En Badajoz, en 1990 se controlaron 65 vanos con tendidos durante ocho meses y se encontraron 107 aves muertas de 30 especies distintas; entre ellas, grullas, sisones, avutardas y cigüeñas. En Navarra, en cuatro meses (1992-1993) se estudiaron 34 kilómetros de tendidos y se hallaron los cadáveres de 212 aves de 22 especies, con ejemplares de milano real, milano negro, halcón peregrino y búho real entre ellas. Los estudios realizados en otros países, como Holanda, Venezuela, Estados Unidos o Noruega, ofrecen cifras similares.

Lamentablemente, es difícil extrapolar estos datos para disponer de cifras globales, pero todos los expertos consideran muy grave el impacto de los tendidos sobre las aves, y especialmente sobre las de mayor envergadura, como las rapaces, la mayor parte de las cuales se encuentran en peligro de extinción, y las migratorias, afectadas por colisiones en tendidos instalados en zonas de paso o descanso, como collados o pantanos.

El problema es reconocido incluso por las propias empresas afectadas, que han participado activamente en el grupo de trabajo creado hace cerca de tres años para consensuar la normativa. Según Enrique Alonso, director general de Conservación de la Naturaleza, "la receptividad por parte de las compañías eléctricas ha sido buena. La discusión se ha centrado en determinar la mejor tecnología al menor coste posible y en ver quién paga".

El problema económico tiene dos vertientes. Por una parte, el encarecimiento que supondrá de las nuevas líneas. "Éste es un costo más que tendrán que internalizar las eléctricas, aunque nos hemos comprometido a ayudarles para que se les autorice a repercutirlo en la tarifa. Al fin y al cabo, quien se carga a las aves es el usuario al encender la luz", dice Enrique Alonso.

Por otro lado, está el problema de las líneas ya existentes, cuya reconversión es imprescindible para empezar a reducir el impacto. El decreto contempla al respecto dos tipos de territorio: los de mayor impacto, donde se incluyen los espacios protegidos, los que formarán parte de la futura Red Natura 2000 europea o las ZEPA (zonas de especial protección para las aves), y el resto. La zona I supone en torno al 15% del territorio nacional, y teniendo en cuenta la densidad media de la red eléctrica y el coste estimado de la transformación, unos siete millones de pesetas por kilómetro, se calcula en unos 80.000 millones la inversión total necesaria.

Los grupos conservacionistas ven con optimismo la medida. Criado asegura que, "en el tema de los tendidos, España está bastante avanzada; tanto en la detección del problema como en la propuesta de soluciones hemos sido pioneros, y sólo en EE UU se ha hecho algo en este tema".

Enrique Alonso espera que el decreto esté definitivamente redactado en este mismo mes de junio para que pueda iniciar el largo periplo de aprobación, que supondrá aún varios meses de demora hasta que pueda entrar en vigor.

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