Naciones Unidas pide a la OTAN que traslade los campos fronterizos
Los responsables humanitarios en los Balcanes, como tantos políticos y observadores, dudan de si el reciente acuerdo genérico del G-8 en Bonn abocará finalmente a una solución diplomática y pacífica del conflicto. Si es así, su tarea será organizar ordenadamente el retorno de los kosovares. En caso contrario, lo probable es una nueva oleada de refugiados. Y, peor aún, el aumento del peligro al que están sometidos los vulnerables campamentos macedonios y albaneses fronterizos con la zona de guerra, fácilmente atacables por las fuerzas de Solobodan Milosevic, que ya hicieron incursiones en sus cercanías."Debemos evitar que a los deportados se les utilice una segunda vez como rehenes", manifiesta el enviado especial de Kofi Annan, Stefan Di Mistura. "Recordemos el caso de los Grandes Lagos", añade la comisaria europea Emma Bonino, refiriéndose a la destrucción del campo de Goma y la segunda persecución a sus habitantes huidos de Ruanda por el Gobierno zaireño de Laurent Kabila.
Por eso Di Mistura pide públicamente a la OTAN que "antes" de un recrudecimiento de las hostilidades, en la hipótesis de que fracase la solución política, ponga "toda su capacidad logítisca" al servicio del traslado del campamento de Kukes (Albania) hacia el sur del país, algo que quizá podría aplicarse también al de Blace, en Macedonia.
Desconcentrar Kukes
Hasta ahora, las agencias y organizaciones humanitarias han perseguido desconcentrar progresivamente el campo norteño, mediante incitaciones voluntarias. Pero la mayoría de sus 130.000 refugiados prefiere permanecer en él, cerca de su patria chica, alimentando la esperanza de un rápido retorno. A veces también, porque tienen ahí cerca algo de lo que pudieron salvar, como un tractor u otro vehículo.La operación que se pretendería en la hipótesis del conflicto no consistiría en un cierre unilateral del campo, ignorando la voluntad de sus usuarios, sino de una decisión acordada también con ellos, por la cual "los refugiados y la estructura del campo se desplazarían conjuntamente, como hace el caracol, que se mueve junto con su caparazón".
Esta operación complementaría el refuerzo a la acogida que prestan los ciudadanos albaneses a los kosovares. La generosidad albanesa no es superficial, sino muy profunda. Arranca de lejanas raíces históricas, el llamado "kanun", un código de honor de origen medieval con tres normas fundamentales que consagran el deber de hospitalidad, reglamentan las operaciones de venganza entre los diferentes clanes y establecen unos consejos de ancianos para dirimir los conflictos. Algo que fue combatido durante la era estalinista de Enver Hoxa pero que ha resucitado con sus grandes virtudes y sus enormes defectos.
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