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Las grandes marcas de calzado vuelven a Elche 20 años después de su marcha por falta de suelo La creación de nuevas áreas industriales frena la fuga de inversiones a ciudades limítrofes

Ha hecho falta un impulso decidido a la hora de crear áreas industriales para hacer regresar a Elche a las industrias que, en la década de los setenta, escaparon hacia ciudades limítrofes en busca de facilidades y suelo económico para implantar sus fábricas. Elche Parque Industrial, uno de los polígonos más grandes y modernos de la Comunidad Valenciana, acoge ya a las grandes firmas de calzado de la ciudad, que vuelve al primer plano de este sector productivo. Las marcas más representativas del sector operan desde los edificios acristalados de Torrellano.

Firmas como Pikolinos, Panama Jack, Martinelli, Kelme o la central de calzado de la cadena de tiendas Zara, han instalado sus factorías en el polígono ilicitano. Panama Jack, ha sido una de las últimas en trasladarse, tras una estancia de varios en la vecina Crevillente. Como ella, muchas factorías buscaron en municipios colindantes las ayudas de los ayuntamientos para levantar sus naves, a la vez que huían de la escasez de suelo industrial y de los elevados precios que imperaban en Elche. Panama Jack, que produce y comercializa 800.000 pares anuales, con un 70% de destinado a la exportación, asegura haber iniciado una nueva etapa de expansión en las instalaciones Elche Parque Industrial, donde integrará todos los procesos operativos, como el resto de las grandes firmas. Con la cuarta fase de ejecución a punto de finalizar, el conjunto del parque ocupa una extensión de dos millones de metros cuadrados, y ha supuesto una inversión de 5.000 millones de pesetas, en la que no han participado ni el Ministerio de Industria, ni la Generalitat. La actuación se enmarca dentro del macroproyecto Elche Ciudad Lineal, ideado por el Ayuntamiento, que implica una futura conurbación entre la ciudad y la zona industrial. La compañía Reebok España, asentada también en Elche, se encuentra en negociaciones con la sede que la marca tiene en Estados Unidos para construir en Elche la central de distribución para toda Europa. Una meta que, por ahora, parece difícil de conseguir por la fuerte competencia de las subsedes que la marca tiene en otros países europeos. Grandes avenidas, zonas verdes junto con servicios básicos y nuevas tecnologías, convierten este complejo en una zona "a medio camino entre un área empresarial y un polígono industrial", según la ha definido el alcalde, el socialista Diego Macià. La escasez de suelo provocó, a partir de los años 70, una fuga de muchas empresas hacia municipios limítrofes. La primera respuesta municipal ante la diáspora llegó en 1989, con la urbanización de un pequeño polígono industrial en suelo privado, a todas luces insuficiente a la vista de la creciente demanda de la industria local del calzado. En 1990 comenzó a proyectarse una gran superficie industrial con el objetivo puesto en invertir la situación hasta que la oferta superara a la demanda. La idea inicial que empujó al Consistorio a dar el paso no era la de captar inversiones, sino evitar la emigración de fábricas y, con ellas, puestos de trabajo. La exitosa ocupación de los dos millones de metros en tiempo récord invita al Ayuntamiento a buscar un nuevo emplazamiento para crear un segundo parque industrial, de las mismas dimensiones, para ofertar más suelo.

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