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GUERRA EN YUGOSLAVIA Oferta de negociación

Kofi Annan pide a la OTAN que reconsidere su actuación en el conflicto de los Balcanes

ENVIADO ESPECIALEl secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan, pidió ayer, con prudencia, a la OTAN que se replantee su misión en los Balcanes y recordó que es al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas al que le corresponde "la responsabilidad básica en los asuntos de paz y seguridad, y cuando se trata del empleo de la fuerza debe participar". Anann, que calificó como un paso positivo el proyecto de acuerdo de paz acordado por los países del G-8, no llegó a pedir a la OTAN que detenga los bombardeos, pero se quedó muy cerca.

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"Mi impresión, y puedo estar equivocado, es que después de lo que la OTAN ha hecho en los Balcanes va a replantearse su postura. Y creo que debería hacerlo" afirmó Annan en una entrevista auspiciada por la cadena de televisión CNN. El secretario general también insistió que corresponde a la ONU y no a la OTAN la decisión sobre el uso de la fuerza en las relaciones internacionales. "El Consejo de Seguridad tiene la responsabilidad básica de la paz y la seguridad, y cuando se trata del uso de la fuerza debe participar" subrayó.Annan se mostró escéptico sobre las posibilidades de que se alcance una solución rápida al conflicto: "Queda todavía mucho camino por recorrer. No puedo decir que la paz esté a la vuelta de la esquina".

Antes de que Annan hablara, Naciones Unidas había reforzado su presencia diplomática en la crisis de Kosovo con el nombramiento del ex primer ministro sueco Carl Bildt y el ministro eslovaco de Asuntos Exteriores, Eduard Kukan, como enviados especiales en los Balcanes. Además, se anunció en Nueva York que una misión de la ONU viajará en los próximos días a Yugoslavia para evaluar los daños causados por la guerra y calcular las necesidades de ayuda humanitaria que serán necesarias para acoger a los refugiados.

"Una solución duradera"

Ambas iniciativas responden al deseo de Annan de alimentar las esperanzas de paz generadas por el acuerdo de los ministros de Asuntos Exteriores del G-8. El secretario general, en una carta enviada ayer al Consejo de Seguridad, señaló que los dos enviados especiales comenzarán inmediatamente su misión con el objetivo de "facilitar una solución política duradera a la crisis de Kosovo" y alcanzar "acuerdos internos con todas las partes afectadas".Para ello, Bildt y Kukan mantendrán contactos a "nivel apropiado" con todas las partes, incluidos los países del G-8. De hecho, Bildt declaró ayer en Estocolmo que espera establecer este fin de semana contacto con las personas clave del conflicto. Ambos políticos tratarán también de coordinar globalmente los trabajos de las organizaciones dependientes de Naciones Unidas para impedir cualquier duplicidad, sobre todo en la fase de aplicación de un eventual acuerdo.

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El papel central que la ONU debe desempeñar en cualquier salida negociada del conflicto no parece estar en discusión en ninguno de los dos bandos. La rápida respuesta afirmativa de Belgrado a la petición del secretario general para que una misión de la ONU viaje a Yugoslavia refleja el interés del Gobierno de Slobodan Milosevic por buscar una salida a su precaria situación diplomática y militar.

La misión humanitaria de la ONU suscitó, sin embargo, ciertas reticencias en Washington, que teme que pueda ser utilizada con fines propagandísticos por el Gobierno de Belgrado. Además, según estas fuentes, tendría poco sentido hacer un balance de los daños cuando los bombardeos continúan y la OTAN sigue enviando refuerzos militares a la zona.

Un portavoz de Naciones Unidas indicó que Annan ha escrito una carta al secretario general de la ONU, Javier Solana, para informarle de la misión de la ONU y para pedirle garantías de que la expedición, que recorrerá toda Yugoslavia, incluida Kosovo, no será atacada por los aviones de la OTAN. Anann, sin embargo, no ha pedido formalmente "una pausa" en los bombardeos.

La Alianza, aparentemente ajena a las intensas gestiones diplomáticas, dejó ayer bien claro que mantiene su planes de ataque, informa Walter Oppenheimer desde Bruselas. "No vamos a parar a los ataques hasta que no haya un acuerdo de verdad. Lo peor que podríamos hacer es suspender la ofensiva aérea sin tener verdaderas garantías de que Milosevic acata todas las condiciones porque luego sería muy difícil reanudarlos si los yugoslavos dan marcha atrás", subrayaron fuentes atlánticas.

Cautela de la OTAN

La OTAN está muy satisfecha por los acuerdos de Petersberg, pero pone aún mucha cautela en sus reacciones públicas. "Rusia y la OTAN no han acabado con sus diferencias, pero hemos reducido las distancias de forma considerable", destacó ayer el portavoz Jamie Shea. El ministro de Exteriores ruso, Ígor Ivanov, "ha reconocido que estamos haciendo progresos, nosotros también lo reconocemos y, aunque aún hay diferencias, estas están ahora más en las modalidades que en los principios". "Es verdad que en Belgrado todavía no se tiene ese punto de vista, pero todavía no se ha escrito el último capítulo de esta historia y estamos seguros de que vamos a oír de Belgrado cosas que no hemos oído en las últimas semanas", puntualizó el portavoz aliado.Shea insistió ayer también en que la OTAN no ha renunciado a los cinco principios a los que desde el primer día ha condicionado el final de los bombardeos: el fin de la represión serbia, retirada total de las fuerzas yugoslavas, regreso de los refugiados, despligeue de una fuerza militar internacional y puesta en marcha del proceso político acordado en Rambouillet. Y subrayó que "hay un reconocimiento creciente de que sin el cumplimiento de esos principios no puede haber una paz duradera en Kosovo y que las cinco condiciones están interrelacionadas: si cae una , las otras no pueden sostenerse en pie".

Moscú se ha convertido en el centro de toda la actividad diplomática. El principal adalid del acuerdo, Víktor Chernomirdin, saldrá hoy de la capital rusa hacia otras europeas para consolidar el acuerdo de Petersberg, mientras Ivanov viajará, también hoy, a Londres. El martes llegará a Moscú el secretario de Estado adjunto norteamericano, Strobbe Talbott.

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