Vigilantes del idioma
José Rufino Cuervo (1844-1911), de familia bogotana y lingüista apasionado, inició a finales del siglo pasado El diccionario de construcción y régimen de la lengua castellana. Para mejor dedicarse a éste se fue con su hermano Ángel a París y murieron sin acabarla. En 1942 se fundó el Ateneo Nacional de Altos Estudios para continuar el diccionario conocido como Rufino José Cuervo. Pocos años después al nombre de Cuervo se le unió el del latinista Antonio Caro, y así nació el Instituto Caro y Cuervo, una institución de 50 años erigida como vigilante del idioma. Además, se ha creado el Departamento de Filología, el centro docente Andrés Bello en homenaje al humanista venezolano, un departamento de Literatura Latinoamericana y otro de Historia de la Cultura. El presidente del Instituto, Ignacio Chaves, anunció la creación de una Fundación de Amigos del Instituto que impulsará un Museo de la palabra.
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