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CRÓNICA EN VERDE.

Traficantes de naturaleza

El pasado día 9, y en uno de los registros rutinarios que se realizan en la aduana del puerto de Algeciras, la Guardia Civil se topó con un insólito cargamento. Ocultas en tres cajas de naranjas, apiladas en una furgoneta con matrícula marroquí, viajaban 36 tortugas moras, un reptil amenazado al que protegen la ley española y el convenio internacional que regula el comercio de especies animales y vegetales en peligro de extinción (conocido como CITES). Pero estos no son los únicos animales, traídos de otros países, con los que se comercia de forma ilegal en Andalucía. En el periodo comprendido entre 1986 y 1995, y según datos de la Consejería de Medio Ambiente, se decomisaron en distintos puntos de la región 9.513 animales silvestres amparados por el CITES. El 85% de estos decomisos se llevaron a cabo en la provincia de Málaga. Los técnicos de la consejería consideran que, por su situación geográfica, Andalucía es una de las principales entradas de fauna exótica procedente del norte de Africa y, en menor medida, de algunos países sudamericanos. Como explica Manuel Rodríguez de los Santos, especialista en fauna silvestre de la Dirección General de Gestión del Medio Natural, "en Marruecos las tortugas moras y los camaleones pueden obtenerse en cualquier parte, incluso en la misma frontera de Ceuta, por cien pesetas; los lagartos de cola espinosa se venden por 300 pesetas y los loros yacos, que en cualquier pajarería española alcanzarían las 40.000 pesetas, se pueden adquirir por 6.000 pesetas". Incautaciones Los técnicos del Ministerio de Economía y Hacienda, organismo del que depende el control de este comercio, no creen que en Andalucía pueda hablarse de un tráfico organizado de especies exóticas. En opinión de Francisco Guerra, coordinador del CITES en Sevilla, "las incautaciones por contrabando en las aduanas de la región son muy puntuales y se refieren a particulares que puedan traer consigo algún espécimen, casi nunca con fines comerciales y menos en grandes cantidades". No siempre se trata de animales vivos, ya que el CITES también regula la importación de objetos decorativos elaborados a partir de estas especies. A veces, detalla Guerra, lo que los turistas traen en sus maletas son "corales, conchas, manufacturas de carey, marfil de elefante e hipopótamo en bruto y tallado, marroquinería elaborada con pieles de reptiles, abrigos de pelo, pequeños animales disecados, recuerdos elaborados con dientes, garras y plumas, o mariposas disecadas". De cualquier forma, los decomisos sólo representan una mínima parte del volumen de animales que estarían transitando por las fronteras andaluzas. En Algeciras, por ejemplo, el control aduanero es especialmente difícil ante la avalancha de emigrantes magrebíes que utilizan durante el verano este puerto. "La Guardia Civil y las autoridades aduaneras", asegura Rodríguez de los Santos, "se ven desbordadas y sólo se hacen registros al azar, ya que la inspección minuciosa de cada coche resulta imposible". Y eso, añade, "que los viajeros que traen loros, serpientes, lagartos, tortugas o camaleones utilizan métodos poco sofisticados, como latas de refrescos o cajetillas de tabaco, para ocultar su mercancía". Más complicado aún resulta buscar acomodo a los animales incautados, sobre todo cuando se trata de ejemplares de cierto tamaño. Con relativa frecuencia, el Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil realiza inspecciones en tiendas de animales, zoológicos o circos. En Málaga, y en varias operaciones de este tipo, llegaron a incautarse 13 leones, 5 tigres, 3 elefantes, 3 osos pardos y 11 osos polares. En uno de los casos más sonados, casi todos los animales del circo de Ángel Cristo fueron decomisados en Sevilla en la Feria de Abril de 1987, aunque se dejaron en depósito a su propietario ante la imposibilidad de conducirlos a un centro adecuado. "En estos casos", lamenta Rodríguez de los Santos, "es casi imposible el seguimiento de los animales, ya que sus dueños cambian con frecuencia de domicilio o alegan que los ejemplares en depósito han muerto". La única solución, apuntan los especialistas, es crear los centros de rescate previstos en el CITES, de los que aún no existe ninguno en España.

Un negocio rentable

No es de extrañar, como asegura la Interpol, que algunos grupos mafiosos se hayan introducido en el negocio del comercio ilegal de fauna, que cada año mueve entre 3.000 y 4.000 millones de dólares en todo el mundo. Además de su alta rentabilidad, es menos arriesgado que el tráfico de armas o drogas. En España sólo se ha dictado hasta ahora una condena por hechos de esta naturaleza: la Audiencia de Barcelona impuso en mayo una pena de dos años, cuatro meses y un día de prisión a un particular que traficaba con tortugas Para tratar de controlar las redes internacionales que comercian con animales en peligro de extinción se firmó, a finales de 1998, un convenio de colaboración entre los responsables del CITES, la Interpol y del departamento norteamericano de Pesca y Vida Salvaje. Este último organismo ha puesto a disposición de los servicios aduaneros y fuerzas de seguridad el Laboratorio Médico-Legal para la Fauna Salvaje de Ashland (Oregón), en donde se realizan analíticas para identificar el origen de los animales cuya procedencia es dudosa. En España, y según un informe elaborado por Ecologistas en Acción, la importación de especies exóticas se ha triplicado en pocos años. Mientras que en 1993 entraron en nuestro país 43.000 individuos de plantas y animales vivos, en 1996 se importaron 135.000 ejemplares, el 99 % reptiles y aves, en la mayoría de los casos destinados a ser comercializados como mascotas. Ecologistas en Acción puntualiza que estos datos sólo corresponden a la venta legal, es decir, la que se produce de conformidad con el CITES, pero advierte que "la cifra real del comercio de animales es muy superior si se contabiliza el tráfico ilegal, ya que la Administración admite que cerca del 15% de los animales vivos que se venden en los comercios españoles provienen del contrabando".

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