La mitad de los pacientes quirúrgicos ingresados precisan alimentación artificial
Un 25% de los pacientes que ingresan en los servicios quirúrgicos hospitalarios se encuentra desnutrido y otro 25% llega a este estado durante el periodo de hospitalización. En todos estos pacientes, la alimentación artificial es de vital importancia porque no sólo reduce la mortalidad, sino que disminuye el riesgo de infecciones y ayuda incluso a cicatrizar mejor las heridas, según explica Jesús Culebras, jefe del servicio de Cirugía General II del Complejo Hospitalario del Insalud, de León.Culebras fundó en 1977 la Sociedad Española de Nutrición Parenteral y Enteral (SENPE) y ha participado en la creación del Instituto de Investigaciones Biomédicas (Inbiomed), fruto de la colaboración entre el hospital y la Universidad de León.
El déficit nutricional que adquiere el 25% de los pacientes ingresados se debe a la propia enfermedad y a las intervenciones quirúrgicas, ya que éstas actúan, según Jesús Culebras, como factor de estrés orgánico añadido. La cirugía representa una gran agresión para el organismo y crea una situación de hipercatabolismo, por la que aumenta desproporcionadamente el consumo de energía, de ahí que normalmente una persona adelgace, más o menos, cuando ha pasado por el quirófano.
"Hay casos graves", añade Culebras, "como los pacientes sometidos a cirugía mayor, los grandes quemados y los que sufren una infección séptica o diseminada, en los que el organismo demanda hasta 7.000 calorías diarias. Esto es debido al hipercatabolismo, que genera una situación de autofagia en la que el organismo se va consumiendo a sí mismo. En estos pacientes es de vital importancia una adecuada nutrición parenteral".
Las causas por las que el 25% de los pacientes ingresa ya desnutrido en un hospital se deben a menudo a la enfermedad que genera el ingreso. Pero también pueden existir otros motivos, como una exagerada delgadez por causas físicas o psíquicas, según explica Francisco Jorquera, miembro de Inbiomed e internista del hospital de León. "Existen medidas antropométricas y fórmulas, como es el índice de masa corporal", indica, "que nos permiten establecer la proporción entre masa grasa y masa muscular. Debe haber un equilibrio orgánico entre el agua corporal, los huesos o tejidos de soporte, los músculos, que son el motor de nuestro organismo, y la grasa, que sería como el combustible para ese motor. En los estados de desnutrición se rompe ese equilibrio y, además de una pérdida de la masa grasa, existe también una pérdida, más o menos severa, de la masa muscular".
"Este tipo de alimentación", añade Jorquera, "se hace a la carta, es decir, se prepara específicamente para cada paciente, según sus características y necesidades. Habitualmente, son las unidades de nutrición clínica del hospital las encargadas de hacer los preparados, a petición del cirujano, el internista, el especialista en aparato digestivo, el endocrinólogo o el pediatra".
La nutrición artificial utiliza dos vías: la enteral y la parenteral. Por la primera se penetra, a través de una sonda o un catéter, en partes del organismo situadas por encima del tramo digestivo de absorción (nariz, yeyuno, estómago, intestino delgado). La vía parenteral o endovenosa, que utiliza las venas de alto flujo sanguíneo, se emplea cuando la desnutrición es muy severa o está contraindicada cualquier otra vía por fracaso digestivo.
No se debe confundir la nutrición parenteral, cuyos preparados aportan todos los nutrientes imprescindibles (grasas, carbohidratos, proteínas, vitaminas y minerales) y pueden ayudar a mantener con vida al paciente durante meses, con la hidratación, que también utiliza la vía endovenosa para administrar durante 24 o 48 horas un suero compuesto por agua y electrolitos.
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