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GUERRA EN YUGOSLAVIA Los bombardeos

Los aliados intensificarán sus ataques

La OTAN multiplica los esfuerzos diplomáticos para suavizar las tensiones con Moscú

Xavier Vidal-Folch

,La OTAN se apresta a una nueva escalada militar para doblegar al dictador yugoslavo, Slobodan Milosevic. Los ministros aliados de Asuntos Exteriores se comprometerán mañana a "intensificar" la intervención, prevé la cúpula de la Alianza. El mantenimiento de la línea de firmeza no excluye tender la mano a Rusia, con cuyo protagonismo se cuenta para cualquier posterior arreglo de paz. La traducción militar de ese compromiso depende de cuándo acaben las desfavorables condiciones atmosféricas, para lo que faltan "algunos días". Y, sobre todo, de la irrupción en el campo de batalla de los mortíferos helicópteros Apache, "en dos o tres semanas". La escalada decantará el actual compás de espera, debido a que el mal tiempo reduce la intensidad de los bombardeos aliados y a que la falta de petróleo paraliza a los tanques serbios.

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La posible intensificación de los ataques toma cuerpo con la confirmación de que EE UU va a enviar 82 aviones adicionales para reforzar la fuerza que participa en la operación contra Yugoslavia. El Gobierno británico también ha puesto en marcha un portaaviones que ya se dirige al Adriático.

"Creo que los ministros se comprometerán mañana a intensificar la actuación, tanto de la campaña aérea como de la acción humanitaria", anticipó ayer el portavoz de la OTAN, Jamie Shea. Italia y Grecia reiterarán sus reparos, pero todos concluyen que al final se alinearán con la mayoría. Mientras, los aliados redoblan su esfuerzo diplomático con Rusia.

Acercamiento a Rusia

Los contactos telefónicos del ministro británico de Exteriores, Robin Cook, o del primer ministro italiano, Massimo D'Alema, con Moscú y la entrevista que la secretaria de Estado estadounidense, Madeleine Albright, mantendrá el martes en Oslo con su homólogo ruso, Ígor Ivanov, persiguen calmar al Kremlin, cercado por la oposición comunista, lo que explica las "bravatas" de Borís Yeltsin, según califican los aliados a sus amenazas de intervenir y provocar una guerra mundial. "No queremos marginar a Rusia en Kosovo, sino tenerla dentro trabajando con nosotros, más que fuera, haciéndolo contra nosotros", ilustró Shea.En suma, se persevera en la línea de firmeza, mientras se busca cauterizar fisuras internacionales, para aprestarse a asestar nuevos golpes contra Belgrado que pavimenten el camino de la paz, en el que Moscú deberá desempeñar también un papel relevante, como en Rambouillet. La OTAN desmintió ayer que su secretario general, Javier Solana, prometiera una "tregua pascual" al presidente rumano, Emil Constantinescu. Es Milosevic quien debe aplicarla cumpliendo las condiciones establecidas, replicó el portavoz.

Intensificar los bombardeos, ¿por qué? Porque aún no se ha alcanzado el objetivo de doblegar el ánimo guerrero y racista de Belgrado. Y porque con la actual dosis de paliza no se doblegará. La campaña atraviesa, desde la tarde del jueves, un tenso compás de espera.

El conflicto acusa menor intensidad, sin llegar a exhibir el perfil de drôle de guerre, aquel episodio de guerra de mentirijillas que en la primera conflagración mundial (1914-1918) puso en tablas, trinchera frente a trinchera, a los dos bandos. La intensidad bélica es transitoriamente menor porque el Ejército yugoslavo está "estático", especialmente en el centro y sur de la provincia, retrató el coronel Conrad Freytag, adjunto al jefe militar aliado. En las últimas 72 horas no ha podido provocar un nuevo "éxodo masivo" de albanokosovares, constató el general de aviación David Wilby. Wilby cifra en 960.000 los desplazados a golpe de limpieza étnica, la mitad de la población albanokosovar, un saldo mucho peor que el de la guerra de Bosnia.

Las unidades yugoslavas siguen intactas -aún no constituyen diana de los aliados-, pero ya son incapaces de moverse "por el grave riesgo de ser atacadas", se esfuman desde las carreteras principales a las comarcales, describen en la OTAN. Y es que la columna vertebral, su cerebro estratégico y su suministro táctico, están tocados, pues, aseguran los aliados: "Nuestra acción ha sido efectiva". La mitad de los cazas Mig 29, los más sofisticados, ha sido destruida; los aeropuertos y las defensas antiaéreas, dañados. El combustible importado no llega, porque los puentes del Danubio han sido bombardeados, y el producido en Yugoslavia no puede refinarse, por el colapso causado a las dos refinerías existentes. El 50% de los objetivos fijos serbios establecidos por la Alianza han sido destruidos y el 40%, dañados, evaluó en Bonn el general Klaus Naumann, presidente de su comité militar.

Misiones suspendidas

Frente a los serbios, los aliados disminuyen sus bombardeos por el mal tiempo. Podrían seguir el ritmo previsto, pero a costa de su exactitud y de multiplicar los daños civiles "colaterales", lo que quieren evitar a toda costa, pero no siempre consiguen. Ayer mismo suspendieron tres de las cuatro misiones programadas. La "intensificación" depende así de las nubes y de que los Apache -cuya llegada a Albania es inminente- estén operacionales, lo que se calcula para "dentro de dos o tres semanas".Los Diecinueve fian el éxito a la operación aérea. Persisten en renunciar a una invasión terrestre de Kosovo, pese a que casi todas las victorias requieren infantes, tanques y artillería. No es sólo para tranquilizar a Moscú o evitar muertes de sus muchachos, poco digeribles por las opiniones públicas occidentales. Es también porque una campaña terrestre "beneficiaría a Milosevic", al "disminuir la ventaja tecnológica" aliada, alega un alto diplomático. El Ejército yugoslavo heredó del mariscal Tito la habilidad por la guerra de guerrillas, y fraguó sus estrategias e instrumentos con el designio de frustrar una invasión por tierra, de la Unión Soviética.

Otro obstáculo al que se enfrenta la Alianza es su obediencia a "una guerra con reglas". Sin escrúpulos, Milosevic mata, provoca éxodos raciales de kosovares y quema pueblos a mansalva. Acaba de proclamar una nueva ley que sojuzga aún más a los ciudadanos serbios: extiende el arresto preventivo a 60 días y ordena el tiro por la espalda a quien huya -o interesa que aparente huir-, ese invento del general español Martínez-Anido en los años veinte, bautizado como ley de fugas. Los aliados procuran bombardear sólo objetivos militares y estratégicos. Se equivocan a veces. Fallan. "Pero a diferencia de las dictaduras, nosotros reconocemos nuestros errores", como dijo ayer Shea. Es la diferencia moral lo que cuenta. Porque con su intervención, "la Europa atlántica abre una página en la historia de la civilización. No la ha emprendido por el petróleo u otros intereses materiales, sino por un principio, la defensa de los derechos y de la existencia del pueblo más desheredado del continente", escribe el novelista albanés Ismaíl Kadaré.

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