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CUENTA ATRÁS EN KOSOVO

La OTAN apura sus últimas gestiones diplomáticas antes de bombardear Serbia

Xavier Vidal-Folch

La Alianza Atlántica decidió ayer apurar unas últimas presiones diplomáticas ante el presidente yugoslavo, Slobodan Milosevic, antes de lanzar el bombardeo, una intención verosímil desde que Belgrado boicoteó la firma del acuerdo de paz de Rambouillet. Los embajadores occidentales del Grupo de Contacto (EEUU, Reino Unido, Francia, Alemania e Italia) insistieron ayer a sus colegas del Consejo Atlántico en la necesidad de demostrar a la opinión pública que si empieza el ataque será porque se agotaron todas las vías pacíficas para solucionar el problema.

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Hoy viajan a Belgrado los tres mediadores internacionales y el norteamericano. Milosevic cuenta pues con una "última ocasión para reconsiderar su postura", afirmó un alto cargo de la Alianza Atlántica. La fecha caliente se traslada así a la mitad de esta semana.Fueron los cinco embajadores del Grupo de Contacto quienes propusieron al Consejo Atlántico -reunido a diecinueve, es decir, con los nuevos miembros, Polonia, Hungría y República Checa- el compás de espera y presión. Sobre todo, el norteamericano, después de que la secretaria de Estado de Estados Unidos , Madeleine Albright, decidiese enviar con urgencia a Belgrado a Richard Holbrooke.

También acudirán los tres mediadores internacionales, Christopher Hill, Wolfgang Petritsch y Boris Mayorski. Es la "última ocasión", para que Milosevic dé marcha atrás. Estas visitas suponen "una oportunidad de reforzar la insistencia de la comunidad internacional de que debe asumir al completo el paquete de Rambouillet y cumplir con sus compromisos de octubre", indicó el portavoz del secretario del Foreign Office, Robin Cook. También Francia insistió en el Consejo Atlántico en la conveniencia de demostrar a la opinión que si se ataca es porque no hay más remedio, y eso que tanto el presidente de la República, Jacques Chirac, como el primer ministro, Lionel Jospin, están "furiosos" con su antiguo protegido serbio, tras el desplante de haberles arruinado la conferencia de Rambouillet. Alemania e Italia se sumaron con firmeza, el Reino Unido con más escepticismo, y así todos los demás.

Cuestión de horas

Este paréntesis puede contabilizarse de dos maneras. En horas, porque muy pronto se sabrá si el dictador serbio se aviene a razones. O en pocos días, quizá hasta mitad de la semana que ahora empieza, porque en caso de negativa, el secretario general de la Alianza, Javier Solana, deberá evacuar consultas de urgencia antes de apretar el botón.

De hecho, acaba de concluir una rápida gira por las principales capitales europeas y ha mantenido conversaciones con el secretario general de la ONU, Kofi Annan, y con Washington. No son ésas todavía las últimas consultas.

El Consejo Atlántico analizó también en detalle las preocupantes noticias procedentes de Kosovo. Fue informado de que los verificadores de la OSCE han evacuado el país sin incidentes, ayudados por los soldados de la fuerza de extracción instalada en la antigua república de Macedonia, algo que tranquiliza a los Diecinueve, escaldados por el cruel uso de los rehenes que hizo Belgrado en la guerra de Bosnia-Herzegovina.

Pero al mismo tiempo, el terreno que abandonaban los verificadores iba siendo ocupado por las tropas serbias, que lanzaban una nueva operación de limpieza, esta vez sin previas provocaciones por parte de la guerrilla albanokosovar, a diferencia de lo que había acontecido en otros momentos. El saldo de estos movimientos es grave. Expertos aliados lo evaluaban en un desplazamiento masivo adicional de 10.000 ciudadanos, la mitad de ellos de la zona central, y clave, de Drenica.

El resultado es tan dramático desde el punto de vista de la situación humanitaria, como grave y espectacular desde el enfoque estratégico. De los siete grandes centros de poder y logísticos controlados por los albanokosovares, sólo cinco se mantienen en sus manos. Políticamente sería bastante impresentable que se abandonase a su mala suerte a una comunidad cuyos representantes han firmado la paz, tragándose bastantes de sus reivindicaciones. La responsabilidad última, en todo caso, no recae sobre la propia Alianza Atlántica -que no puede oponerse a nuevas prórrogas-, sino sobre sus principales socios y mentores, precisamente los países que forman parte del Grupo de Contacto.

Extrema gravedad

También los ministros de Exteriores de la Unión Europea discutieron ayer el asunto. "La situación es de extrema gravedad", afirmó el titular español, Abel Matutes, quien añadió que el momento que se vive actualemente "es de gran tensión".

El ministro confirmó que los titulares de Exteriores de la UE estudiaron la posibilidad de enviar un representante a la zona del conflicto.

"Para todo el mundo es obvio que Milosevic está cortando todas las vías que permitirían todavía una solución pacífica de la crisis", concluyó Matutes.

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