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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Chantaje Chernóbil

DE NADA habrán servido la concienciación mundial y la actitud más vigilante de los Gobiernos sobre los riesgos de la energía nuclear a raíz de la tragedia de Chernóbil si trece años después de aquel terrible accidente sigue funcionando el único reactor que no fue afectado por la explosión de la madrugada del 26 de abril de 1986. La reapertura de este reactor, una reliquia de la época soviética, tras haber permanecido averiado varios meses por fallos en sus diferentes sistemas, no es una decisión que afecte sólo a los habitantes de Ucrania. Atañe a todos los habitantes del planeta y, muy especialmente, a los de Europa. El Gobierno de Ucrania justifica la reapertura en las dificultades económicas por las que atraviesa el país y en que nada le obliga a cerrar Chernóbil antes del año 2000. Pero todo indica que su pretensión es utilizar la amenaza de Chernóbil como chantaje para que Occidente siga aportando ayuda económica y costee la construcción de dos nuevas centrales nucleares por valor de unos 300.000 millones de pesetas.El argumento de las dificultades económicas es real, pero no está justificado que se use para chantajear a Occidente con una alarma tan seria como la contaminación nuclear. Condicionar el cierre de Chernóbil a la ayuda para construir más nucleares no es realista por parte de Ucrania. Sus dirigentes no pueden desconocer que a partir del accidente de Chernóbil -el más pavoroso de la historia civil de la energía nuclear- los gobiernos son más prudentes en el uso de este tipo de energía y que algunos, como el alemán, defienden el abandono de las centrales de fisión. Sería un contrasentido que Alemania, contraria a construir nucleares en su territorio, las financiara en un país próximo a sus fronteras, exponiéndose a los mismos riesgos que quiere evitar.

A Occidente no le gusta el chantaje, más o menos encubierto, que le hace Ucrania a propósito de Chernóbil. Pero esa actitud no es incompatible con medidas, incluso de tipo financiero, que faciliten a Ucrania desactivar esa bomba atómica sin control que es la planta ucrania. Los efectos de un accidente nuclear no se detienen en las fronteras.

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