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Una técnica infrautilizada en España evita el 75% de las muertes por infarto agudo

Un ensayo clínico en Madrid avala la intervención urgente con un catéter al corazón

Javier Sampedro

La gran mayoría de los hospitales españoles tratan los casos de infarto que les llegan a urgencias con fármacos que ayudan a disolver la obstrucción coronaria. Este tratamiento no es el óptimo, al menos en los infartos más graves, según acaba de demostrar un ensayo clínico pionero de los cardiólogos del hospital Gregorio Marañón de Madrid. El desbloqueo mecánico mediante un catéter introducido por la ingle hasta el corazón -angioplastia- evita el 75% de las muertes en las horas siguientes a un infarto grave, y el 60% de las ocurridas en los seis meses posteriores.

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El ensayo clínico del Gregorio Marañón es el primero del mundo realizado en urgencias con los infartos más peligrosos. Demuestra a todas luces que la angioplastia puede salvar muchas vidas. Pero la utilización de esta técnica en los ingresos urgentes es escasísima: sólo una decena de hospitales españoles la usan, pese a que un centenar de ellos disponen del equipo y la experiencia necesaria.La razón de esta infrautilización es que la angioplastia urgente requiere un equipo de tres a cinco cardiólogos en alerta de 24 horas. El resultado es que, de los 35.000 o 40.000 infartos que se producen al año en España, menos de 600 se tratan a tiempo con angioplastia. La situación es aún más insatisfactoria porque la técnica ni es nueva, ni implica el uso de materiales más caros que los habituales, ni plantea contraindicaciones dignas de mención.

El jefe del sevicio de Cardiología del Gregorio Marañón, Juan Luis Delcán, lleva ya ocho años tratando los infartos con angioplastia y es un gran defensor de la extensión al mayor número posible de hospitales de esa técnica, avalada ahora por el ensayo de su propio equipo. "Si los resultados de nuestro estudio se toman en serio", dice Delcán, "habría que cambiar el sistema de salud en lo que se refiere a la atención a los infartos, y no sólo en España".

El cambio al que se refiere Delcán no supone ninguna incorporación masiva de nuevas tecnologías: los hospitales españoles practican ya entre 15.000 y 20.000 angioplastias anuales para tratar diversos tipos de dolencias cardiacas. El problema es que muy pocos centros, menos de diez, disponen de un pequeño equipo de especialistas en situación de disponibilidad permanente, que es la única forma de aplicar este tratamiento a las pocas horas de que se produzca un infarto.

Situación deficiente

La situación actual es deficiente, vistos los resultados del estudio. Para empezar, los fármacos que disuelven la obstrucción -llamados trombolíticos o fibrinolíticos- sólo pueden usarse en aproximadamente la mitad de los pacientes, porque están contraindicados en personas que hayan sufrido hemorragias, hayan sido operadas recientemente o incluso en las que se hayan sometido a una extracción bucal, y son ineficaces cuando han transcurrido seis horas desde el infarto. Con la otra mitad de los pacientes, la gran mayoría de los hospitales no pueden hacer prácticamente nada.Aun en los pacientes que pueden ser tratados con fármacos, el método sólo funciona en tres de cada cuatro, y la restauración del flujo sanguíneo en las arterias coronarias no siempre es alta. Cuando los fármacos fallan, la utilización posterior de la angioplastia suele resultar ineficaz.

Los argumentos económicos, nunca convincentes cuando hay vidas en juego, tampoco juegan en este caso a favor de la utilización de fármacos. O al menos no decisivamente. El Insalud paga a los hospitales concertados 550.000 pesetas por cada angioplastia. El tratamiento con fármacos cuesta más o menos la mitad. Pero los pacientes tratados con fármacos recaen más a menudo y a veces deben ser reingresados, lo que encarece la factura en cantidades variables. Tanto Holanda como Estados Unidos han llevado a cabo estimaciones comparativas de los costes de las dos técnicas y, una vez sumados los reingresos hospitalarios, los gastos son muy parecidos.

El estudio, coordinado por Eulogio García y publicado el 1 de marzo en el Journal of the American College of Cardiology, ha comparado la eficacia de la angioplastia con la de los fármacos que disuelven la obstrucción en 220 pacientes recibidos en urgencias con infartos anteriores, que son los que afectan a una mayor masa de músculo cardiaco: los más graves y peligrosos.

Los pacientes se distribuyeron aleatoriamente en dos grupos. En el grupo tratado con el fármaco trombolítico, la mortalidad fue del 10,8% en las horas siguientes, y del 11,7% en los seis meses posteriores. En los tratados con angioplastia, esas cifras se redujeron al 2,8% y al 4,6%, respectivamente. Es decir, casi tres de cada cuatro muertes pueden evitarse utilizando el catéter en vez del fármaco.

Otras ventajas

La angioplastia presenta una importante ventaja adicional. Durante la introducción del catéter, los médicos siguen por vídeo, en tiempo real y mediante rayos X, la situación de la obstrucción coronaria, y pueden ver cómo queda tras el tratamiento. Esto es una gran ayuda para predecir cuál va a ser la evolución del infartado. Los cardiólogos conservan las imágenes de la intervención en un disco compacto que resulta muy valioso como parte del historial del paciente.La angioplastia tiene una implantación insuficiente también en muchos otros países. La técnica va extendiéndose en algunas ciudades de Estados Unidos -Detroit va en cabeza-, y también en Holanda, Brasil y Argentina. El modelo estadounidense consiste en establecer una red de hospitales de referencia con equipos en alerta de 24 horas, a los que pueden ser trasladados rápidamente los pacientes desde otros centros que carecen de esas facilidades.

Ensayos clínicos aparte, una buena guía para hacerse una idea de qué terapias tienen más perspectivas de éxito consiste en ver qué hacen los profesionales cuando tienen la desgracia de convertirse en pacientes. Delcán lo expresa sin ambages: "Cuando un médico sufre un infarto, siempre se hace una angioplastia".

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