La desenfrenada creatividad de Picasso entra en el Metropolitan a través de sus cerámicas
La muestra reúne en Nueva York 175 obras de las 3.500 realizadas por el artista en 22 años
Casi ignorada y poco valorada en el mercado, debido a las imitaciones en serie, la cerámica de Pablo Picasso ha estado siempre en la frontera del olvido. Pero el genio malagueño dedicó más de 20 años a producir unas 3.500 piezas en barro y arcilla, y el Metropolitan Museum de Nueva York se las ha apañado para recopilar lo mejor de ese periodo (comprendido entre 1947 y 1969) en una espectacular exposición de 175 obras que incita a replantearse este legado. Platos coloreados, jarrones antropomórficos y zoomórficos, músicos, toreros y faunos protagonizan este recorrido genial por el universo mediterráneo de Picasso, que puede contemplarse en Nueva York hasta el próximo 6 de junio.
Picasso: pintor y escultor en arcilla es diametralmente opuesta en contenido y estética a la exposición que sigue abierta paralelamente en el Museo Guggenheim y que se centra en la respuesta gris y oscura del artista a los acontecimientos de la guerra civil española y la ocupación alemana en Francia durante la II Guerra Mundial. Puesto que en un solo año Picasso hacía cuadros de distintos movimientos de la historia del arte, ¿qué abismos no iba a ser capaz de salvar de un año a otro?Tras la liberación de París, Picasso se había convertido en un símbolo de la Resistencia y la atención pública le sobrepasaba. Por eso empezó a pasar más y más tiempo en Antibes con Françoise Gilot. Cerca del Mediterráneo descubrió a los ceramistas de Madoura, próximo a Vallauris, y se le desató una desenfrenada creatividad durante los años siguientes. Colaborando en el aspecto técnico con Jules Agard, Picasso moldeaba figuras originales, pintaba jarrones ya hechos o los transformaba en figuras humanas o animales. Con una imaginación desbordante, hasta un trozo de ladrillo roto le servía de soporte.
Un jarrón con asas se convertía en un pez, un plato en un ruedo y un botijo en un sátiro empalmado. Enormes placas coloreadas se transformaban de hecho en cuadros de barro. Mujeres en todas las poses se adaptaban a los contornos de vasijas y fuentes, y hasta en 1961 Picasso pintó un biquini amarillo sobre la forma voluptuosa de una enorme tinaja de arcilla tostada. En muchas ocasiones, Picasso aplicaba sobre la superficie incisiones y colores que no sabía cómo iban a resultar una vez finalizado el proceso de lacado y fijación.
Prejuicios
Françoise Gilot proporciona la inspiración de muchas de las piezas, en las que Picasso llegó a pintar siluetas de ellos dos imitando a los clásicos motivos romanos y etruscos. El artista también realizó un sentido homenaje a la dieta mediterránea en una serie de platos de arcilla sobre los cuales moldeaba y pegaba pescaditos, huevos fritos, melones, longanizas y tenedores. Es el tipo de ingenuidad que suscitó los prejuicios de los entendidos y los historiadores hacia estas cerámicas.La exposición del Metropolitan es la más exhaustiva que se ha hecho nunca sobre esta faceta de Picasso. La mayoría de las piezas proviene del Museo Picasso de Barcelona, Antibes y París, pero el Metropolitan asegura que dos tercios son de colecciones privadas y se exhiben públicamente por primera vez.
El espacio de su montaje y su iluminación constituyen una experiencia en sí mismos, pues convierten el recorrido en una inmersión en el mágico mundo tridimensional salido de la mente del genio. Picasso dejó su huella, literalmente, en la arcilla: la impresión, fijada para siempre por el horno, es fácil de descubrir en muchas piezas, sobre todo aquellas que no están pintadas.
Claude Picasso, hijo de Pablo y Françoise, es uno de loscomisarios de la muestra. "Creo que ningún otro artista del siglo XX ha mostrado un interés y dedicación tan profundos a este olvidado rincón del arte", escribe en el catálogo, reconociendo que Matisse, Chagall y Miró también experimentaron. "Pero la involucración de Picasso fue tan profunda y personal -y al margen de las modas- que hasta hace poco no se ha reconocido como una parte significativa de su obra".
Reproducciones
Claude Picasso también recuerda la famosa frase de su padre "je ne cherche, je trouve" ("yo no busco, encuentro") para insistir en que, a pesar de la notable experimentación de Picasso con la cerámica, el artista siempre despreció la falsedad de la investigación en el arte. "Mi objetivo es mostrar lo que he encontrado, no lo que estoy buscando", llegó a decir. Pero cuando el artista autorizó a los ceramistas de Madoura a que reprodujeran a bajo coste algunas de sus figuras para vender como recuerdos, el mercado se saturó de estas imitaciones y el impacto de esta faceta de Picasso quedó difuminado en la historia.
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