EEUU ultima el despliegue militar contra Serbia con bombarderos B-52 y misiles Tomahawk
Bill Clinton y Jacques Chirac advirtieron ayer que la OTAN no está jugando de farol y que la Serbia de Slobodan Milosevic puede sufrir una operación aeronaval de castigo tan severa como las padecidas por el Irak de Sadam Husein, si no cede antes del mediodía de hoy en las negociaciones sobre Kosovo de Rambouillet. "No hay alternativa", dijo Clinton al ser preguntado sobre si el ataque será inevitable en caso de que no haya acuerdo en Rambouillet. "Milosevic", añadió, "pagará las consecuencias". Chirac se declaró "completamente de acuerdo".
El Pentágono adelantó que en el ataque contra Serbia, llamado Operación Yunque Noble , participarían 430 aviones de guerra de la OTAN, 260 de ellos estadounidenses, incluidos cazas invisibles F-117 y bombarderos pesados B-52. Sobre las posiciones antiaéreas serbias y las posiciones de sus milicias en Kosovo caería también una granizada de misiles Tomahawk.Chirac y Clinton celebraron una conferencia de prensa al término de una entrevista en la Casa Blanca y no ofrecieron la menor fisura en sus posiciones sobre Kosovo. El presidente francés se dirigió a Milosevic con estas palabras: "Ha llegado la hora de que escoja el camino de la sabiduría y no el camino de la guerra". El norteamericano afirmó: "Estamos decididos a usar la fuerza".
Washington había recibido con indignación la noticia de que el líder serbio se había negado a entrevistarse personalmente con Christopher Hill, el mediador norteamericano enviado a Belgrado. Salvo una retirada de último minuto por parte de Milosevic, algo habitual en su política, la Casa Blanca consideraba inevitable la Operación Yunque Noble.
La primera fase del ataque, informaron fuentes del Pentágono, se centraría en dejar fuera de combate los sistemas de defensa antiaéreos de Serbia, y ahí desempeñarían un papel clave los misiles de largo alcance Tomahawk; la segunda se dedicaría a atacar con cazas y bombarderos las bases de las fuerzas policiales y paramilitares serbias que combaten en Kosovo a las guerrillas separatistas albanesas. La voluntad de evitar bajas civiles, señalaban los portavoces del Pentágono, es uno de las principales lastres de los planes preparados para la operación. Las fuerzas norteamericanas en el Mediterráneo, que esperaban el inminente refuerzo de 51 aviones adicionales enviados desde bases en EE UU, entre ellos 12 F-117 Nighthawk, estaban ayer listas para actuar, declaró Clinton.
Un portavoz de la Casa Blanca había recordado antes que Javier Solana, secretario general de la Alianza Atlántica, está autorizado desde hace dos semanas para tomar la decisión de desencadenar el ataque en cualquier momento. La Sexta Flota norteamericana en el Atlántico sería el corazón de la Operación Yunque Noble. El Pentágono no descartaba la posibilidad de movilizar asimismo aviones estacionados en bases de Alemania, España y Reino Unido.
En paralelo a ese despliegue, la OTAN tenía listo otro guión de actuación. De tener un final feliz las conversaciones de Rambouillet, es decir si Milosevic acepta la presencia en Kosovo de una fuerza de pacificación de la OTAN de 28.000 soldados, una vanguardia se encaminaría de inmediato hacia la disputada región. Según Richard Cohen, secretario de Defensa norteamericano, 1.850 marines formarían parte el primer contingente multinacional de 7.000 soldados que, al mando del teniente general británico Michael Jackson, entraría en Kosovo desde el mar Egeo, Macedonia, Grecia y Alemania.
Como medida de precaución, EEUU, el Reino Unido y Canadá completarán hoy la evacuación de la mayoría del personal de sus embajadas y consulados en Yugoslavia. Clinton restó ayer toda importancia a la oposición de Rusia a una posible operación de castigo de Serbia.
Fuerza especial
Mientras, en Bruselas, el Consejo Atlántico aprobó el despliegue de una fuerza especial de intervención rápida para proteger a los 2.000 observadores internacionales, miembros de la misión de verificación de la OSCE (Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa) en Kosovo. La fuerza, que agrupará entre 1.200 y 1.800 soldados, se instalará en la vecina república Macedonia. Operará bajo mando francés, y en su inmensa mayoría estará compuesta por militares europeos.
La misión de verificación de la OSCE se está desplegando en estos momentos. Teóricamente, su seguridad está garantizada por el Gobierno de Belgrado, según la última resolución del Consejo se Seguridad de la ONU. Tanto Milosevic como las fuerzas kosovares se han comprometido a mantener un clima en el que los observadores puedan actuar libremente. Pero a los aliados les pesa el recuerdo de lo sucedido en la guerra de Bosnia, cuando contingentes -sobre todo, holandeses- de los cascos azules fueron utilizados como rehenes y escudos humanos por los agresores serbios.
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