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La derecha quiere imponer a Schröder más dureza en la UE

Tras su victoria en Hesse, la oposición busca el retroceso de los planes "verdes" del canciller

Pilar Bonet

Las elecciones del land (Estado federado) de Hesse, que obligan al Gobierno rojiverde alemán a corregir el rumbo y pactar con la oposición en el Bundesrat (la Cámara de los länder), tienen un gran valor pedagógico. La oposición conservadora de la CDU-CSU (Unión Demócrata Cristiana y Unión Socialcristiana de Baviera) parece dispuesta incluso a llevar las lecciones de Hesse al campo de la política europea del canciller Gerhard Schröder.

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Los Verdes ya no pueden estar tranquilos

La Agenda 2000 (la reforma financiera de la Unión Europea para los años 2000-2006) y la reforma de la Política Agrícola Común fueron objeto de los ataques de Edmund Stoiber, el líder de la CSU y jefe del Gobierno de Baviera, en una cumbre que los dos partidos conservadores convocaron el viernes en Francfort (en el land de Hesse) para formular su estrategia europea.Stoiber, el ideólogo de la campaña de firmas contra la doble nacionalidad que inclinó la balanza de Hesse a favor de la CDU, lanzó un mensaje a Schröder: la agenda 2000 no debe aprobarse si no reduce sustancialmente la contribución alemana. De lo contrario, la ampliación de la UE al Este no tendrá el respaldo social requerido. Tras estas palabras se dibuja la perspectiva de una movilización que, como la recogida de firmas, agite los fantasmas del miedo y, en este caso, también la hostilidad a Bruselas.

Ante la sede del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) en Bonn se alzan aún los carteles con los que los socialdemócratas han defendido su proyecto de Ley de Ciudadanía. En ellos se ve la bandera francesa, la norteamericana y los colores de otros Estados occidentales con una explicación común: quienes adoptan estas nacionalidades pueden conservar su pasaporte de origen.

La publicidad del SPD erraba el tiro. Quienes rechazan la doble ciudadanía y el proyecto de ley ahora en revisión no tienen nada contra los ciudadanos de los países ricos, los de primera clase, sino contra los pobres, y sobre todo contra los turcos, que, con más de dos millones de personas, son la comunidad más numerosa entre los siete millones de extranjeros residentes en Alemania. El rechazo popular también iba dirigido contra el islam. Tal estado de ánimo era patente para los que se acercaban a las mesas de recogida de firmas de la CDU.

"Las fuerzas políticas de Ankara se organizarán en Alemania", decía en Bonn un hombre maduro que alegaba trabajar en la policía para no identificarse. Su opinión coincidía con la de un jurista de 25 años, un sábado por la mañana en Colonia. "Tengo miedo de la infuencia del islam, y además, si se acepta la doble nacionalidad, el PKK podría ser legal en Alemania", afirmaba un economista de 32 años. Otros decían temer la competencia por los puestos de trabajo. Ni la coalición gubernamental ni la CDU plantearon el debate en sus justos términos. La doble nacionalidad, que inicialmente se concebía como un medio, se convirtió en un fin y eclipsó el objetivo de la integración. El miedo al mundo islámico es un problema grave en los planteamientos de la CDU, según admiten en ámbitos reducidos políticos de este partido, inquietos ante una sociedad multicultural que ya no encaja en el perfil de los valores cristianos occidentales. Un sector de este partido sabe, sin embargo, que ya no puede prescindir de islam. De ahí que la mezquita fuera una etapa de algunos democristianos antes de las elecciones federales y que la CDU plantee las clases de islam en las escuelas con profesores formados en Alemania. La campaña de recogida de firmas constató la eficacia del miedo social como arma política y la CDU puede tener la tentación de recurrir de nuevo a la misma arma. Aunque el vencedor de Hesse se llame Roland Koch y sea un joven salvaje, el maestro en el manejo de las emociones nacionales es un veterano león y se llama Edmund Stoiber. El jefe de Gobierno de Baviera ataca con más libertad a Schröder que a Helmut Kohl, a quien presionaba en el pasado desde la derecha contra una Europa solidaria. Una defensa de los intereses alemanes podría ayudar a hacer realidad la ambición de llegar a la cancillería del difunto Franz Josep Strauss, el gran padre de la CSU y antecesor de Stoiber. Schröder y el ministro de Exteriores, Joschka Fischer, representan "los intereses alemanes sin ideas y sin garra", dijo Stoiber al semanario Der Spiegel. El bávaro acusó a Fischer de "someterse, a puerta cerrada, en decisivas discusiones sobre la futura financiación de la Unión Europea".

En los asuntos europeos, a Schröder le sigue faltando perfil, y lo más grave es que él no entiende por qué. Las "visiones" del canciller sobre Europa acaban en la satisfacción que le produce que los confines orientales de Alemania no sean también los confines de la UE.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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