Los Verdes ya no pueden estar tranquilos
Aunque el verde Joschka Fischer, ministro de Exteriores alemán, formuló una visión europea a gusto de los admiradores de Helmut Kohl en enero en Estrasburgo, lo cierto es que no combina aún la filosofía del liderazgo que se espera de Alemania con el arte de amarrar cabos en los prosaicos regateos de la construcción europea. Para los pequeños partidos de la política alemana (los Verdes y los liberales del FDP), la principal lección de las elecciones del domingo pasado en Hesse es que ya no van a poder estar tranquilos. Los Verdes tienen que recuperarse de sus fracasos, si quieren seguir siendo útiles para el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD). Este partido ha lanzado cables a los liberales, porque éstos forman parte del gobierno de coalición con el SPD en el land de Renania-Palatinado. Y los votos de este land en el Bundestag y su borrador alternativo de ley de ciudadanía pueden servir para superar el bloqueo de la CDU.
Bonn es un hervidero de rumores, pero el SPD, a juzgar por las afirmaciones de su presidente, Oskar Lafontaine, mantiene la distancia con el antiguo socio de coalición, que le abandonó en 1982. No hay que olvidar que los liberales (43 escaños en el Bundestag) son víctimas de un proceso de erosión más intenso que los Verdes (47 escaños en el Bundestag).
Los Verdes, por su parte, están escindidos entre unas bases, que llegan a recibir a gritos al ministro de Medio Ambiente, Jürgen Trittin, por considerar que ha cedido demasiado en el plan contra la energía nuclear, y unos líderes que no quieren dejar los cargos, que con tanta ilusión acaban de ocupar.
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