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El Gobierno brasileño busca un pacto político para aplicar las medidas de ajuste del FMI

Yolanda Monge

El Ejecutivo del socialdemócrata Fernando Henrique Cardoso necesita un pacto de gobernabilidad para poder aplicar las duras medidas de ajuste que el Fondo Monetario Internacional ha impuesto a Brasil para continuar desembolsando sus ayudas. Pacto que pretende alcanzar con un acuerdo político en el Senado el próximo 23 de febrero, según afirmó ayer en Madrid el senador José Roberto Arruda, que fue hasta diciembre portavoz del Ejecutivo en el Parlamento. Arruda advirtió: "Algunos Estados se han volcado en un pulso de fuerza que de antemano les digo que van a perder"

Por pulso de fuerza, el senador Arruda se refería al anuncio efectuado el pasado 6 de enero por el gobernador del Estado de Minas Gerais, el ex presidente Itamar Franco, de decretar una moratoria de su deuda con el Gobierno central de 90 días. Tal anuncio diseminó el pánico y agravó la ya de por sí difícil situación de la economía brasileña desde que estallara la crisis en los últimos meses del año pasado y comenzase la devaluación de su moneda, el real, tras la decisión del 15 de enero de dejarle fluctuar libremente. Desde entonces, el Gobierno de Cardoso redobla sus esfuerzos para impedir que se extienda la imagen de que el país va a la deriva. Quizá por eso el senador Arruda se muestre tan convencido de que "este es un pulso que vamos a ganar". "Detrás de esta crisis económica lo que se esconde es un conflicto político. De ansias de notoriedad pública de algunos personajes", afirmó Arruda en referencia al antecesor en la presidencia de Cardoso, el gobernador Itamar Franco. "Pero es un pulso que está perdido de antemano. El Gobierno no va a permitir la moratoria de la deuda a ningún Estado", puntualizó el senador a la vez que aseguraba que en el envite son los Estados federados los que tienen todas las de perder. "Nosotros [el Gobierno] sólo tenemos que dejar de aportarles los ingresos que necesitan para sobrevivir. Y entonces, ¿qué harán? Podemos permitir una renegociación de la deuda pero de ninguna manera una moratoria. Eso es impensable". El total de la deuda de los Estados federales es de 86.000 reales (cerca de 6,7 billones de pesetas). El plazo de la deuda es de 30 años y tiene tasas de interés bastante bajas, en torno al 6% al año.

Apretarse el cinturón

En cuanto a las medidas exigidas por el Fondo Monetario Internacional (FMI), y que van a hacer apretarse aún más el cinturón a los brasileños, Arruda considera que el acuerdo de aportar 41.000 millones de dólares "es interesante, aunque, obviamente, habrá que hacer un gran esfuerzo y aplicar políticas monetarias para alcanzar un objetivo de inflación menor al 10%". El FMI obliga a Brasil a realizar un mayor recorte presupuestario y adelantar dos años la obtención de un déficit primario (ingresos menos gastos, excluidos los intereses de la deuda) del 3% del Producto Interior Bruto (PIB), que la deuda pública no supere el 46,5% del PIB y privatizar todo lo que sea posible a partir del mes de julio. Ante tal situación, este senador del Partido Socialdemócrata Brasileño, el partido en el Gobierno, asegura que es consciente de que este año no habrá crecimiento económico en Brasil. Y que para conseguir estas metas, el Ejecutivo tendrá que plantearse drásticos recortes en el presupuesto que afectarán a los más desfavorecidos. Lo que en el caso de este país de 163 millones de habitantes es sangrante. Un 10% de ricos posee el 50% de la renta nacional y convive con 32 millones de pobres.Se harán necesarios recortes en programas sociales y de salud. Otro camino para alcanzar los mandatos del FMI pasaría por aumentar los impuestos. Todas las recetas necesitan de un pacto político para poder sacarlas adelante sin que se produzca una crisis que haga caer el Gobierno.

La octava economía del mundo por volumen, con un salvaje déficit público del 8%, está viviendo una crisis "coyuntural" en opinión de Arruda y "nada tiene que ver con un problema estructural del país". "La crisis habrá sido capeada en el segundo semestre del año", asegura convencido este senador que dice no temer revueltas en las calles ante los austeros días que se avecinan. "La gente aceptará las medidas que tome el Gobierno como consecuencia del plan del FMI porque tiene pánico a una vuelta a los años de la hiperinflación", afirma.

Arruda quiere tranquilizar a los inversores españoles. A todos aquellos que tienen invertido su dinero en áreas productivas de la economía brasileña. "No tienen ningún motivo para preocuparse. La crisis pasará en breve", asegura. "Cardoso reiteró este mismo mensaje la semana pasada al presidente de Telefónica", informa a la vez que bromea con que en Brasil todavía hay mucha gente necesitada de un teléfono.

Este senador aboga por un pacto de solidaridad de los organismos internacionales que ayude a las economías emergentes a hacer frente a los ataques especuladores del mercado. Y finaliza definiéndose como un ferviente partidario de una moneda única para los países latinoamericanos "como ustedes tienen un euro en Europa". Pero reniega de una dolarización de América Latina.

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Sobre la firma

Yolanda Monge
Desde 1998, ha contado para EL PAÍS, desde la redacción de Internacional en Madrid o sobre el terreno como enviada especial, algunos de los acontecimientos que fueron primera plana en el mundo, ya fuera la guerra de los Balcanes o la invasión norteamericana de Irak, entre otros. En la actualidad, es corresponsal en Washington.

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