Mujeres al borde de la rebelión
El olvido fue peculiarmente despótico con la escritora Carmen Kurtz, autora de una obra novelística caudalosa y llamativa por su representación tan temprana y extrema de la mujer sola ante el peligro. Las mujeres de sus novelas más conocidas optarán por la evasión o el drama cuando lleguen de forma casi ineluctable a la conclusión de que sus matrimonios han venido consistiendo en vivir con un desconocido. Ese extrañamiento frente a la otredad del hombre se reitera en las novelas de Carmen Kurtz con la escenografía de un mundo burgués al que la autora culpa de optar siempre por las apariencias. Así huye a los Estados Unidos la protagonista de La vieja ley. Nació en Barcelona en 1911. Se llamaba Carmen de Rafael Marés. Su padre había nacido en La Habana; su madre, en Baltimore. Estudió en el Reino Unido y vivió en Francia de 1935 hasta 1943. Su marido, Pedro Kurtz, pasó dos años en un campo de concentración nazi. Luego regresaron a Barcelona. A los 44 años publicó la novela Duermen bajo las aguas -premio Ciudad de Barcelona-, que cuenta los años azarosos pasados en la Francia ocupada.
Con El desconocido ganó el premio Planeta de 1956. Kurtz contaba la vida inadaptada de un abogado barcelonés miembro de la División Azul que regresa después de años de prisión en la Unión Soviética. Como es habitual en las novelas de Kurtz, su esposa va tomando protagonismo hasta que decide abandonar el matrimonio. Dos años después, Carmen Kurtz reabría el libro de la guerra civil con Detrás de la piedra, curiosa historia de un inocente encarcelado por una acusacion arbitraria.
Algunos de sus lectores dan preferencia a la trilogía Sic transit, compuesta de Al otro lado del mar (1973), El viaje (1975) y El regreso (1976), todo un siglo de historia que es esbozado de forma transversal, con singular intensidad en la Barcelona finisecular. De 1966, Las algas transcurren en la costa, a cargo de un marido que tiende a creer que su mujer es perfecta.
Como escritora de literatura infantil, los episodios del personaje Óscar abundan en los años ochenta y noventa. Su éxito pudo contribuir a erosionar la presencia de Carmen Kurtz como novelista de aliento generoso, persistente en su singularización de la mujer frente a un hombre burgués supuestamente incapaz de establecer vínculos auténticos con la realidad más allá del interés económico. En tal caso, la felicidad de la mujer -según Kurtz- sólo puede ser un embrutecimiento.
Babelia
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