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El esplendor naval del siglo XVI

Eran tiempos de exploración y descubrimiento de nuevos territorios. Según recoge la reciente publicación de la revista Itsas memoria, promovida por el museo naval en su intento por impulsar la investigación del patrimonio marítimo vasco, el nuevo reto por convertirse en la prominencia más avanzada sobre el Océano Atlántico del continente europeo, convertía a los astilleros del Señorío, Guipúzcoa y las Cuatro Villas en las fábricas dedicadas a producir embarcaciones para la Corona, los particulares y los extranjeros. Por aquel entonces, acababan de unirse los reinos de Castilla y Aragón. La fama y la calidad de los productos era harto conocida, así como también la preparación de sus técnicos. Desde Bilbao parten más de 40 navíos de un tonelaje comprendido entre 200 y 500 toneles, tripulados por naturales, que realizaban dos viajes anuales a Flandes. Eran naves resistentes, de gran capacidad, de excelente factura y construidas en nuestras tierras. En 1563, la Corona poseía una flota de 300.000 toneladas, potencia muy superior a la holandesa, y muy por encima de franceses e ingleses. A lo largo de este siglo, en los astilleros del Señorío se construyeron más de 100 embarcaciones. El 70% de las mismas salieron de los astilleros de la Ría de Bilbao, en especial de Zorroza y Deusto. El resto correspondía a cascos facturados en Bermeo, Lekeitio, Plentzia, Mundaka y Ondárroa. La embarcación clásica de la época era la nao y causa extrañeza, según recoge la profesora Ana María Rivera, no haber encontrado datos sobre la construcción de balleneros ni en Bilbao ni en las fábricas de las otras villas. En todos los puertos del litoral guipuzcoano, a excepción de Getaria, había instalados astilleros que dentro de la industria de la construcción naval eran una de las actividades manufactureras más relevantes de su economía.

Los astilleros reparan su crisis

Euskadi siempre tuvo una clara vocación naval. Las necesidades de una potente marina comercial, de guerra y pesquera le ayudaron a alcanzar un prestigio internacional dentor de un sector expuesto en tantas ocasiones a los avatares de las crisis. La última, la crisis de la siderurgia a finales de los años setenta, sembró de dudas e interrogantes a esta industria pesada que veía con desesperación cómo se iban a la quiebra empresas tan arraigadas como Astilleros Luzuriaga o Euskalduna. La construcción naval en Euskadi vive hoy tiempos mejores. Con unas dimensiones más reducidas y un futuro todavía incierto, los cinco astilleros dedicados a la fabricación de grandes buques o pesqueros de bajura ven incrementada su producción gracias fundamentalmente al paquete de ayudas provenientes de la Unión Europea y al plan de renovación de una flota pesquera que se ha quedado obsoleta. El 80% de los barcos del País Vasco -340 de bajura- necesitan renovarse. Hacía diez años que desde las enormes gradas cubiertas de los astilleros de Pasaia no se botaba un barco pesquero. Dentro de diez días, los numerosos marineros de la zona podrán presenciar con satisfacción la botadura del San Prudenzio Berria, la embarcación de bajura, de 36 metros de eslora que faenará en la anchoa y el atún.Y no paran. Nuevos encargos El arrastrero Nuevo Hermanos Arias está en fase de construcción y será entregado en diciembre. También tienen encargada la construcción de otro pesquero de bajura para un armador hondarribitarra que estará finalizado en febrero del año 2000. Ya no queda nada de Luzuriaga. Sólo la ubicación, el recuerdo de tiempos pasados y la presencia de algunos de los antiguos trabajadores. La empresa gestora Naval Pasaia, que así se llama la sociedad formada por Industrias Navales Ondartxo (INO) y astilleros de Pasaia emplea a 137 personas, aunque es capaz de generar más de 400 puestos de trabajo indirectos. "Estamos viviendo un momento dulce", señala su director comercial Javier Martínez. La sociedad fundada en 1995 facturó el último año 1.500 millones de pesetas y pretenden seguir aprovechando el Plan para la Renovación y Regeneración del sector naval en Euskadi para asentarse en el sector y crecer en el entorno europeo. A escasas millas de la costa, permanece en Zumaia desde que se fundara en 1919 un histórico de entre los astilleros vascos. SA Balenciaga acaba de entregar dos remolcadores a un armador holandés. Los han construido en tiempo récord: 11 meses y medio. Y han obtenido por ello 2.000 millones de pesetas. Les ocupa ahora la construcción de un barco tipo supply, de 60 metros de eslora, 13,30 de manga y cuatro metros de calado. Son embarcaciones que se utilizan para llevar materiales a las plataformas petrolíferas. "Gracias a las ayudas de las diputaciones y de Europa ha calado entre los armadores el interés por recuperar la flota pesquera", apunta Jon Leizaola, comercial de ventas. Con una plantilla de 90 trabajadores, Balenciaga tiene capacidad para construir embarcaciones de hasta 110 metros de eslora. Otros como Zamacona, Murueta o el único de grandes dimensiones que queda, La Naval, en Vizcaya luchan por devolver el prestigio de la industria naval vasca.

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