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El fraude de la paz en Angola

El dirigente de UNITA que firmó el acuerdo de Lusaka revela el proceso usado por Savimbi para rearmarse.

ENVIADO ESPECIALEl 17 de noviembre de 1994, Eugenio Manuvakola tomó la decisión más importante de toda su vida. Se salvó de una muerte segura al desobedecer la orden de su jefe, Jonas Savimbi, líder de la guerrilla de UNITA (Unión Nacional para la Independencia Total de Angola), de abandonar clandestinamente las negociaciones de paz en Lusaka (Zambia). El proceso, auspiciado por la ONU, culminaría tres días más tarde con un acuerdo entre el Gobierno de Luanda y UNITA que, sin duda, fue un inmenso fraude.

Según cuenta Manuvakola, Savimbi ordenó a su hombre de confianza que "desertara" de las negociaciones, abandonara clandestinamente el país y regresara al cuartel general de UNITA en Bailundo. "Llegué a la conclusión", recuerda Manuvakola desde su casa en Luanda, "que aceptar esa orden sería el fin de mi vida. Mi deserción sería utilizada por Savimbi para denunciar mi secuestro, acabar con el proceso y acusar de ello a la comunidad internacional. Evidentemente, comprendí que todo ese montaje sólo podría concluir con mi desaparición. Savimbi nunca podría confesar sus órdenes y tendría que matarme para salvaguardar su coartada". A su regreso a Bailundo, el entonces secretario general de UNITA fue encarcelado, junto a su familia, hasta que el 26 de agosto de 1997 organizó su fuga hacia la capital.

El general Eugenio Manuvakola preside hoy en Luanda la denominada UNITA Renovada, un grupo disidente impulsado por el propio Gobierno, que rechaza la reanudación de la guerra y ha ocupado los puestos que los savimbistas tenían en el Parlamento y en el Gobierno de reconciliación nacional.

El general Manuvakola explica que el proceso de paz de Lusaka "nació viciado". A su juicio, "Savimbi nunca tuvo voluntad de cumplir esos acuerdos, y aprovechó esa tregua para entretener a la comunidad internacional y preparar una nueva guerra. Aceptó el protocolo de Lusaka para ganar tiempo y recuperar terreno, pero el rearme de UNITA comenzó al día siguiente de firmarse los acuerdos de paz". "Savimbi", añade su ex negociador, "nunca dejó de adiestrar a las tropas. El reclutamiento continuaba y la desmilitarización fue falseada".

Por su parte, los responsables de UNITA Militarista, como llaman ahora en Luanda a la guerrilla de Savimbi, tratan de justificar su actitud, explicando que el Gobierno nunca desarmó a las milicias populares. Es probable que no lo hiciera, pero la voluntad política de Luanda fue bastante clara. Cumplió sus compromisos de dar entrada en el Gobierno de reconciliación a algunos dirigentes de UNITA y ofreció a Savimbi la vicepresidencia del país, aunque nunca la aceptó".

En el parecer del general Manuvakola, la comunidad internacional debió reaccionar con mayor rotundidad: "Casi todos sabíamos las intenciones de Savimbi, y se sabía que UNITA no se estaba desarmando, sino al contrario. La misión de observadores de la ONU estaba a 200 metros del lugar donde se descargaban los aviones y sabían que las tropas supuestamente desmovilizadas regresaban a sus bases. Los responsables del proceso (el Gobierno, UNITA, la ONU y la troika formada por Estados Unidos, Rusia y Portugal) ocultaron la realidad".

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No obstante, en opinión de Manuvakola, esta nueva guerra revela "una gran debilidad de Savimbi, ya que él sabe que es su última guerra". Según analiza Manuvakola, "o toma el poder por las armas o no tiene posibilidad de alcanzarlo políticamente. Como ha aniquilado a la mayoría del electorado, sabe que la alternativa política ya no es posible. De otra manera, tiene muy claro que no puede conseguir una victoria militar, y, por tanto, quiere desestabilizar el país para debilitar al Gobierno y alcanzar grandes concesiones".

Dado este estado de debilidad en que se encuentra Savimbi, Manuvakola estima que es el momento adecuado para acabar con su movimiento. "Si el Gobierno y la comunidad internacional", explica, "consiguen anular los recursos de financiación de UNITA, la guerra será más corta de lo previsto. Pero es necesario acabar con su control de algunas zonas diamantíferas y sus circuitos para recibir armas".

El general Manuvakola reconoce que la comunidad internacional podría acabar con esta guerra en muy pocos días: "Todo el mundo sabe los circuitos de financiación y rearme de UNITA. Son prácticamente los mismos y no son muy difíciles de neutralizar. Yo creo que esos circuitos pasan por Amberes, por ciertas comunidades judías y por el África del Sur blanca. Sin embargo, hay una serie de intereses económicos que quieren mantener esta situación".

Pese a su experiencia en Lusaka en 1994, Eugenio Manuvakola sigue creyendo que el diálogo es la única solución al conflicto angoleño: "Las victorias totales no existen y los problemas acaban siempre por la vía de negociación".

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