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El amor al chocolate es cultura

Un estudio revela diferencias en el grado de adicción de las españolas y las estadounidenses

Negro, rico y voluptuosamente dulce, el chocolate es la más irresistible de las golosinas, y crea tal adicción que ha sido sospechoso de embriagar por contener drogas similares a la marihuana y sustancias capaces de emular la química cerebral de una persona enamorada. El chocolate parece tener un especial poder sobre las mujeres, que siempre lo clasifican como el primero de sus antojos alimenticios, antojo que con frecuencia se intensifica en el momento de la menstruación. Como consecuencia, los científicos han elaborado la hipótesis de que el impulso que siente una mujer de salir corriendo a medianoche en busca de una tarta triple de chocolate puede que no responda simplemente al desenfreno, sino a los intentos de su cuerpo de satisfacer una necesidad natural por la poderosa química que el chocolate lleva dentro.Pero ahora, esa reconfortante hipótesis tiene que dejar paso a la culpabilidad pura y dura. Un estudio llevado a cabo por psicólogos entre estudiantes de Estados Unidos y España, que se publicará a finales de año en la revista Apetite, ha descubierto que la chocante lujuria femenina por el chocolate parece no ser fisiológica, sino cultural.

Según el estudio, entre las personas a las que se les suelen antojar los dulces, las mujeres estadounidenses desean chocolate con mucha mayor frecuencia que los hombres de ese país, como cabía esperar. Sin embargo, las mujeres españolas con antojo de dulces no mostraban la misma intensa devoción por el chocolate. De hecho, las españolas no muestran mayor entusiasmo por el chocolate que los hombres. El descubrimiento ha hecho temblar los cimientos de la teoría de que el cuerpo de la mujer busca el chocolate de forma natural, y podría obligar a las chocoadictas a buscar en otra parte la justificación de su hábito.

"El antojo de chocolate no es fisiológico", afirma Debra Zellner, psicóloga de la Universidad de Shippensburg (Pennsylvania). "Tiene que haber algo más que la necesidad fisiológica, y probablemente es el factor cultural. Nos hemos enseñado a nosotras mismas esta adicción".

Marcia Pelchat, psicóloga sensorial del centro Monell Chemical Senses de Filadelfia, dice que el trabajo da un paso importante en los estudios interculturales sobre los antojos: "Creo que hay una fuerte base cultural para el capricho por el chocolate". Zellner llevó a cabo la investigación con Scott Parker, de la American University, y Ana Garriga-Trillo, de la Universidad Nacional de Educación a Distancia española, ambos psicólogos, mediante un cuestionario planteado a 240 estudiantes universitarios españoles y 178 estadounidenses. Entre los estadounidenses, el 60% de los hombres deseaban comidas saladas o que contuvieran carne, y el 60% de las mujeres expresaron su deseo por los dulces. Se encontró el mismo patrón en los hombres y mujeres de España, lo que indica que este fenómeno sí podría basarse en alguna diferencia psicológica fundamental entre hombres y mujeres.

Cuando los investigadores se centraron en concreto en el antojo por el chocolate, descubrieron que, entre los amantes del dulce, casi un 50% de las mujeres estadounidenses deseaban chocolate, mientras que menos del 20% de los hombres de este país mostraban el mismo deseo. Pero entre los amantes españoles del dulce, en torno al 25% de ambos sexos deseaban chocolate.

New York Times News Service

El secreto

Químicamente complejo, el chocolate no sólo contiene cafeína, sino también cannabinoides (de la misma familia que las potentes moléculas de la marihuana) y otras moléculas que hacen que los cannabinoides se acumulen en el cerebro. Pero habría que comer una cantidad imposible (unos 15 kilos de una sentada) para que tuviera algún efecto farmacológico.Otros estudiosos han sugerido que los que comen chocolate se están tratando los síntomas de depresión. Y otros han afirmado que la clave estriba en la feniletilamina, sustancia química que parece emular la química cerebral de una persona enamorada. El nuevo estudio, que enfría todas esas hipótesis, no cogerá por sorpresa a la chocoadicta media. Ella sabe que el secreto no tan secreto es sencillamente que el chocolate está muy, pero que muy bueno.

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