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Pamplona compra 'sus sanfermines'

El Ayuntamiento de Pamplona ha adquirido por 8,5 millones de pesetas la colección de fotografías realizada por Inge Morath durante las fiestas de San Fermín de 1954. Son 88 imágenes, en blanco y negro, obtenidas en una secuencia temporal muy breve, y cuyo valor trasciende la frontera artística para convertirse en un documento único de la esencia de uno de los rituales más internacionales de España: la fiesta, la calle y los toros."Las fotografías vuelven a su sitio. Al lugar de origen donde las capté y al que pertenecen", manifestó Morath, esposa del dramaturgo Arthur Miller, con quien visitó de nuevo los sanfermines en 1997, en el acto de entrega del material al municipio pamplonés. Unas instantáneas que ya fueron publicadas en forma de libro en 1955 por el editor Robert Delpire. Aquel libro, que se tituló Guerra a la tristeza, y que llevaba incorporado textos de la escritora Dominique Aubier, jamás fue publicado en España. Sin embargo, en 1997, con motivo de una nueva visita a Pamplona, una gran experta en fotografía, Lola Garrido, logró editar todo el material en forma de catálogo para una gran exposición. Para ello, la fotógrafa revolvió su archivo de Connecticut (Estados Unidos) hasta dar con los negativos. La agencia Magnum, de la que fue cofundadora con Henri Cartier-Bresson, no puso ninguna pega. Y el trabajo, que recoge "momentos irrepetibles", en palabras de Morath, salió de nuevo a la luz.

Con Antonio Ordóñez

Al recibir el material, el alcalde de Pamplona, Javier Chourraut, destacó el valor sentimental, histórico y sociológico que las fotografías de Morath tienen. No sólo para Pamplona, sino para toda España. Entre las imágenes destaca la secuencia dedicada a Antonio Ordóñez, a quien Inge logró fotografiar en su hotel pamplonés, vistiéndose de luces antes de acudir a la plaza de toros.En opinión de Arthur Miller, en el trabajo de su mujer "hay implícita una percepción del ser humano como animal social. Y se ofrece este rasgo no como una especie de observación, mucho menos como propaganda, sino simplemente como algo innato al ser humano".

La fotógrafa recordó que vino a Pamplona espoleada por los relatos del escritor Ernest Hemingway, de quien este año se cumple el centenario de su nacimiento. Buscaba "misterios y rituales, incluidas las corridas de toros". Y recaló en una ciudad muy pequeña que le produjo fascinación por un derroche de vitalidad desconocido, por el apego a jugarse la piel delante de los toros, por el olvido del sueño, por la renuncia al silencio y, en definitiva, por la "guerra a la tristeza" con que aquellas gentes afrontaban una vida dura y difícil.

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