Los científicos ven la inmortalidad en células que se dividen indefinidamente
Dos hallazgos de una empresa de EEUU dan un giro al estudio del envejecimiento
Cuando se oyó a los científicos de la Geron Corporation, con sede en Menlo Park, California, hablar de "inmortalizar" ciertas células que esperaban derivar de células madre embrionarias humanas, aisladas no hace mucho, se pensó que hablaban metafóricamente. Pues no. El estudio del envejecimiento está sufriendo un cambio posiblemente profundo y un puñado de científicos se plantea el interferir con los mecanismos que hacen que el cuerpo sea mortal. Claro que una cosa es inmortalizar una célula y otra muy diferente, hacer que las personas vivan para siempre. Pero, dado que las personas están compuestas de células, los dos conceptos están relacionados.Hace décadas que los biólogos saben que la mortalidad del cuerpo se refleja en las células en una regla inmutable denominada límite de Hayflick. Leonard Hayflick, que en la actualidad trabaja en la Universidad de California, en San Francisco, descubrió que cuando las células del tejido se extraen del cuerpo y se cultivan en laboratorio crecen y se dividen unas 50 veces -el número varía según el tipo de tejido- y después caen en la senectud.
En enero, los biólogos de Geron anunciaron un descubrimiento asombroso: podían hacer que las células humanas rompieran el límite de Hayflick. La base física de la regla de Hayflick es una sección de ADN conocida como el telomero, que se acorta cada vez que la célula se divide. Cuando los telomeros alcanzan cierta longitud mínima, la célula se ve arrojada a una crisis terminal.
Toda célula posee un gen, conocido como gen telomerasa, capaz de restaurar la longitud inicial de los telomeros. Pero en la mayoría de las células dicho gen está permanentemente reprimido e inactivo. En Geron descubrieron que la introducción de un gen telomerasa activo en las células podía hacerlas crecer y dividirse indefinidamente.
Para las células, la capacidad de dividirse eternamente, dando lugar a otras células idénticas, constituye la inmortalidad. (Los átomos y moléculas de las células son sustituidos continuamente, pero su estructura y contenido informativo no varían de un día para otro). En cambio, todas las células del cuerpo humano son mortales y, aunque van cambiando, al final dejan de ser sustituidas eficazmente.
Sin embargo, hay dos tipos de células corporales que se pueden dividir indefinidamente. Uno es la esencia de la vida, el otro de la muerte. Las células cancerígenas aprenden en última instancia a desbloquear los mecanismos que mantienen desactivado el gen telomerasa, y con esta última defensa en sus manos pueden desafiar los cuidadosos mecanismos de control del cuerpo.
El otro tipo de células inmortales son unas células multiuso, las células madre embrionarias, a partir de las cuales se desarrolla todo el organismo. En ellas el gen telomerasa también está activo y pueden dividirse indefinidamente mientras se mantengan en estado embrionario. Cuando el feto se desarrolla, sin embargo, las células madre embrionarias se diferencian: cada una de ellas sigue trayectorias diferentes para convertirse en las células especializadas que forman cada uno de los diferentes tejidos corporales.
Desde el punto de vista de los biólogos, es la diferenciación lo que nos convierte en mortales. Cuando las células se diferencian, reprimen el gen telomerasa. Algunas, como la mayoría de las células del cerebro y del corazón, parece que nunca se vuelven a dividir una vez que el organismo ha alcanzado la madurez. Otras, como las de la piel y la sangre, se pueden regenerar a partir de células madre de su tejido, pero éstas también tienen vida limitada.
Para generar células embrionarias a partir de padres cuyas células están irreversiblemente diferenciadas. se aparta en el embrión un pequeño número de células, antes de que comience el desarrollo embrionario, y se las protege de la diferenciación. Estas células, conocidas como células germinales del embrión, migran a los ovarios o testículos en desarrollo, donde generan el óvulo o el esperma para la siguiente generación.
Por tanto, hay un linaje especial de células que resisten la diferenciación, repitiendo indefinidamente su ciclo desde la célula madre embrionaria a las células germinales del embrión, al esperma, al óvulo fertilizado y de nuevo a la célula madre embrionaria.
El segundo avance de Geron fue el aislamiento de las células madre embrionarias. Dado que se sabía que éstas mantenían a los telomeros permanentemente jóvenes, la empresa se introdujo en el campo de la célula madre. Lo que la compañía espera es guiar a las células madre embrionarias hacia trayectorias específicas de diferenciación, y hacer que se conviertan en células especializadas del corazón, la sangre u otro tejido deseado. Antes de introducirlas en los pacientes, se podría inmortalizar estas células añadiéndoles el gen telomerasa en su forma activa. De esa manera, los tejidos que formaran en los pacientes serían eternamente jóvenes.
© The New York Times.
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