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“La mitad del vuelo son niños”: llegan a Costa Rica 135 migrantes asiáticos, africanos y del este de Europa deportados por Trump

El Gobierno de Rodrigo Chaves recibe a los primeros 135 de 200 deportados por Estados Unidos, convirtiendo a Costa Rica en “un país puente” que facilita la política antiinmigración del magnate

Migrantes provenientes de Estados Unidos observan por la ventana de un avión este jueves, a su llegada al Aeropuerto Internacional Juan Santamaría, en San José (Costa Rica).
Migrantes provenientes de Estados Unidos observan por la ventana de un avión este jueves, a su llegada al Aeropuerto Internacional Juan Santamaría, en San José (Costa Rica).Miguel Andrés
Wilfredo Miranda Aburto

“Un pequeño retraso debido a condiciones meteorológicas” atrasó un poco más de una hora el primer vuelo con 135 migrantes deportados que el Gobierno de Donald Trump envió a Costa Rica, como parte del acuerdo al que el presidente Rodrigo Chaves llegó con la Administración republicana, después que el secretario de Estado Marco Rubio visitara San José a principios de febrero. El mandatario costarricense aceptó recibir a 200 personas expulsadas de Estados Unidos, un número cuyo rostro humano pudo conocerse la tarde de este jueves en el Aeropuerto Internacional Juan Santamaría, en Alajuela: decenas de pequeñas mochilas y bolsos con estampados infantiles bajando por la banda de un vuelo chárter que transportó a 135 personas, de los cuales 65 eran menores de edad. “La mitad del vuelo son niños”, dijo, sorprendida, una periodista tica que cubría el evento.

Costa Rica migrantes
La mayoría de los deportados son menores de edad. Miguel Andrés

Las autoridades ticas colocaron sobre la pista de la Base 2 la aeronave de una forma que los medios de comunicación no pudieran documentar con claridad el desembarco de estas familias deportadas por Trump, originarias de Asia, Medio Oriente, África, Rusia y Georgia. Lejos de parecer “criminales”, como el presidente de Estados Unidos suele catalogar a los migrantes, quienes aterrizaron en el aeropuerto en Alajuela eran muchas mujeres con niños en brazos, pequeños más grandes cubiertos de suéteres con capucha, dos embarazadas y un anciano. Básicamente la mitad del vuelo de deportación que partió desde San Diego, California, eran menores de edad, pero acompañados de sus familiares. Rostros desangelados que se asomaban por las ventanas del avión.

El avión aterrizó cerca de las cinco de la tarde, un día después que el presidente Rodrigo Chaves tratara de contrarrestar las críticas por convertir a Costa Rica en “un país puente”, que facilita la feroz política antiinmigratoria y de deportaciones de la administración Trump.

“Estados Unidos nos está tratando muy bien y nosotros a ellos también, porque somos colaboradores cercanos [...]. Estamos ayudándole al hermano económicamente poderoso del norte, a quien si nos ponen un impuesto en zona franca nos friegan, –que no creo que lo vayan a hacer– y además amor con amor se paga. 200 [migrantes] vienen, los tratamos bien y se van”, dijo el mandatario en un acto público en la zona sur del país, cerca de donde estarán retenidos los recién deportados.

“La mayoría desea regresar a su país de origen”

Antes del aterrizaje del vuelo en Alajuela, el director de Migración y viceministro de Gobernación, Omer Badilla, hizo énfasis en que los migrantes eran “núcleos familiares completos”, descartando que se tratara de menores de edad no acompañados. “Esa es una de las características de este vuelo: todos los pasajeros tienen una connotación familiar [...]. La Dirección General de Migración emitió una resolución que regulariza su situación durante 30 días. En ese período, se gestionarán los retornos voluntarios”, afirmó el funcionario.

Badilla insistió en que “la mayoría [de los deportados] desea regresar a su país de origen” y, de presentarse “casos particulares”, se “evaluará de manera puntual”. “El Gobierno de los Estados Unidos investigó y analizó a cada persona antes de su deportación. No se encontró ninguna alerta de seguridad en ninguno de los pasajeros”, insistió el viceministro.

Costa Rica migrantes
Elementos de la policía se acercan al avión para recibir a los deportados. Miguel Andrés

Después de un vuelo de más de cinco horas, las 135 personas deportadas fueron montadas en tres autobuses que se dirigieron al caer la tarde a Corredores, una ciudad situada al sur de Costa Rica, fronteriza con Panamá, donde serán alojados en un albergue gubernamental llamado Centro de Atención Temporal para Migrantes, pero mejor conocido como CATEM, donde serán custodiados por policías. Según las autoridades ticas, Estados Unidos ha financiado toda la operación de deportación y los fondos son administrados por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y otras agencias de Naciones Unidas, incluido el tiquete de retorno al país de estas personas.

El vuelo de deportación a Costa Rica ha sido el último que se dirigió a Centroamérica, ya que unas 300 personas –también procedentes en su mayoría de países asiáticos– están retenidas en un hotel de Panamá.

La relación Chaves-Estados Unidos

El viceministro Badilla dijo que aún queda otro remanente de 65 migrantes que Costa Rica recibirá, ya que el acuerdo inicial es de 200 personas. Sin embargo, no aclaró ni descartó que su país siga sirviendo a Trump “como país puente”. “Es simplemente una colaboración mutua entre ambos países aliados”, dijo. Una “colaboración” de la que el presidente Chaves ha sacado a relucir aún más después de la visita del Secretario de Estado Rubio, quien resaltó la gestión del mandatario tico por prohibir –a través de un decreto presidencial– que empresas chinas puedan desarrollar tecnologías 5G en el país.

“Esta relación tiene características sin precedentes en más de 200 años de relaciones entre Washington y San José”, dijo a EL PAÍS Carlos Murillo, especialista en relaciones internacionales de la Universidad Nacional. “Responde a la confrontación geopolítica entre Estados Unidos y China, y el estilo de la doctrina Trump basada en la idea del soberanismo que adoptó Estados Unidos en los años 20. No es aislacionismo, sino un planteamiento de consolidar todo en función de beneficios directos. Es una política de corte imperialista en que llega golpeando la mesa para que ceda a las demandas de Washington; es no dar algo sin recibir más. La pregunta es por qué Chaves cede tan fácilmente a las exigencias de Trump, subordinado su política comercial y hasta asuntos domésticos, como es lo migratorio, sin que esté claro a cambio”.

“El amor con amor se paga” ya comienza a ser interpretado en Costa Rica, porque después de conocerse que Chaves recibiría a los 200 migrantes, Estados Unidos suspendió las visas de dos diputadas opositoras del mandatario tico, críticas del decreto presidencial que prohibió empresas chinas en el desarrollo de tecnologías 5G en el país. “Hay muchas aristas en este amor complejo que nunca había sido tan intenso en tan corto tiempo”, enfatizó Murillo.

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Sobre la firma

Wilfredo Miranda Aburto
Periodista nicaragüense. Colaborador de EL PAÍS basado en Costa Rica, donde está exiliado. Ha cubierto temas políticos, en especial sobre violaciones de derechos humanos: desplazamiento forzado, tráfico ilegal de tierras indígenas, medio ambiente y ejecuciones extrajudiciales en Centroamérica. Ha ganado el premio Ortega y Gasset y el Rey de España.
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