Látex de alto riesgo
La venta de condones de baja calidad fabricados en Asia agrava el devastador efecto del sida en África
Además de la grave epidemia de sida que sufre África, comienza a conocerse ahora una inquietante realidad: algunos fabricantes de preservativos han venido deshaciéndose en ese continente de la mercancía que no cumplía los niveles de calidad normales en países desarrollados, poniendo así en peligro la vida de muchos africanos que han usado condones frágiles, defectuosos o mal diseñados.No hay duda de que la escasez de preservativos y la gran cantidad de población masculina reticente a su utilización son mucho más responsables de los 23 millones de infectados en África que los preservativos defectuosos. Pero la vileza o descuido de algunos fabricantes y el hecho de que los inspectores no hayan logrado detenerlos han contribuido a la propagación de la enfermedad.
Elizabeth Chidonza, que trabaja educando a la gente sobre el sida en Ciudad del Cabo, dijo que en dos ocasiones el preservativo se le rompió durante el acto sexual. Su novio no está infectado con el virus, pero ella sí. Elizabeth tiene miedo de dos cosas: de infectar a su novio y de que él le dé una paliza si resulta contagiado.
En Occidente, los preservativos no se utilizan necesariamente como instrumentos para proteger o salvar la vida de la gente. Sin embargo, en África, cualquiera que se infecte del sida morirá de la enfermedad, ya que casi nadie puede gastar miles de pesetas en cócteles de fármacos que permiten a la gente vivir con el mal. Los preservativos previenen, además, de la propagación de enfermedades venéreas y las infecciones del tracto urinario, que pueden producir llagas que aceleran la transmisión del VIH.
Cientos de millones de preservativos se reparten de manera gratuita en el continente africano cada año, financiados -y examinados- por organismos de ayuda internacional.
En estos momentos, más de cuatro millones de preservativos de la marca Kenzo, fabricados por Polo Latex Co., de Calcuta, están siendo devueltos a la India. No fueron examinados antes de su distribución y las protestas de la prostitutas de Ciudad del Cabo por su baja calidad llegaron hasta Sweat, una institución de ayuda comunitaria, que había repartido cientos de forma gratuita.
Cuando se examinaron esos preservativos, los resultados fueron sorprendentes: de un total de 200, el número de preservativos que se rompió en alguna prueba ascendía a 48. "Algunos de ellos tenían arena dentro de las bolsas de papel de aluminio", dice Andrew Crichton, asesor del Departamento de Salud surafricano. "¿Cómo es posible? Tienes que tener a un tipo en la fábrica echando porquería en la máquina. Los envases tenían marcas de agua y se estaban desintegrando. Era como si hubieran dado dos veces la vuelta al mundo", añade. Polo Latex aseguró que su compañía había sufrido "sabotaje", pero aceptó reponer la mercancía.
También se está reclamando una partida de condones Twin Lotus, procedente de China, y hay problemas con otras marcas.
Ha habido problemas en Zimbabue, Camerún, Ruanda -donde el gobierno informó ayer de que el 76% de las prostitutas son seropositivas-, Zambia y Malaui. En 1993, en Zimbabue, 24 millones de condones fabricados en Malaisia por Dongkuk Techo Rubber y pagados por el Reino Unido no superaron las pruebas. Afortunadamente, no llegaron a distribuirse y, ante el temor de que los robaran y acabaran en el mercado negro, fueron quemados. En un país donde el 25% de los adultos están infectados del sida, fueron necesarios 18 meses y 22 millones de pesetas para reemplazar los condones.
Dongkuk afirmó más tarde que su mercancía había sido rechazada sólo porque las exigencias de calidad se habían elevado después de fabricar los condones. Un monitor de la embajada británica, encargado de educar sobre el sida, lo negó. Dongkuk vende hoy condones en todas partes.
Preservativos se fabrican en todo el mundo, pero la mayoría de las fábricas están en India, Malaisia, Tailandia y China, donde hay látex y mano de obra barata.
Dennis Blairman, un experto británico en calidad, ha visitado docenas de fábricas. "El sector es un caos", dijo. "Algunos fabricantes tiran como pueden con una maquinaria completamente caduca. Por un lado entra el látex, por otro sale una cosa, y el comprador no ve la diferencia".
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