Todas las claves del expresionismo alemán en dos grandes exposiciones en Viena
Los artistas de Die Brücke y Blaue Reiter coinciden con una muestra dedicada a Kirchner
Treinta y cinco obras maestras y 30 grabados de artistas como Kandinsky, Kirchner, Nolde y otros pintores de los grupos Die Brücke y Der Blaue Reiter presentan en el palacio de Belvedere de Viena, hasta el 11 de abril de 1999, las claves del expresionismo alemán. Coincide con esta muestra otra exposición monográfica en el Kunstforum de la capital austriaca, que propone una visión más individual de la vida y obra de Ernst Ludwig Kirchner, impulsor y luego destructor de esta corriente, a través de 50 pinturas y 160 dibujos y grabados.
Con otros estudiantes de arquitectura que, al igual que él, decidieron pintar sin formación académica, Ernst Ludwig Kirchner fundó en 1905, en la ciudad alemana de Dresde, el grupo Die Brücke (El Puente), al que pertenecieron, entre otros, Erich Heckel, Karl Schmidt-Rottluff, Otto Müller y, hacia el final, también Emil Nolde.Estos jóvenes inconformistas rechazaron la representación ilusoria del espacio y desterraron los grises para buscar la luz nacida de cada color, como hacían los fauvistas franceses. El arte quería emanciparse de la representación naturalista.
Para destacar la fuerza de la primera impresión, los artistas de Die Brücke practicaron retratos realizados en sólo 15 minutos y disolvieron los óleos con gasolina para trabajar con mayor fluidez. Desarrollaron un estilo propio en los grabados en madera utilizando instrumentos que daban un acabado más tosco y menos refinado. Inspirados por Cézanne y Matisse, viajaron juntos a pintar bañistas desnudos en los lagos de Moritzburg.
Casi al mismo tiempo, en 1909, en Múnich, Wassily Kandinsky, Alexei von Jawlensky, Alfred Kubin, Adolf Erbslöh, Gabriele Münter, Marianne von Werefkin, Franz Marc y otros constituyeron el colectivo Der Blaue Reiter (El Jinete Azul, según el título de una obra de Kandinsky). Mantenían estrechos vínculos con París. Era éste un grupo menos compacto y tenía una base más intelectual que los pintores de Die Brücke, pero su lenguaje expresivo era muy similar.
Homogeneidad
La homogeneidad de ambas corrientes es palpable en la muestra del palacio Belvedere, que se inicia con Muchacha con peonías, de Kandinsky, para acabar en las Mujeres en la calle, de Kirchner. "Dos obras maestras que los museos de todo el mundo nos solicitan a diario", dice Sabine Fehlemann, del Museo Heydt de Wuppertal, que cedió parte de los lienzos.En el Belvedere se pueden ver los cuadros de la primera fase del expresionismo, un movimiento con voluntad de transformación del arte y la sociedad, que en un principio sorprendió e irritó a la gente. Fue un momento clave de apertura para el arte moderno, que acabó con la diseminación de los artistas al estallar la Primera Guerra Mundial.Macke murió en el frente, como soldado, en Francia; Kandinsky regresó a Rusia; Jawlensky se fue a Suiza.
Kirchner no sólo fue el más destacado del grupo Die Brücke; fue quien lo creó y también quien lo disolvió en Berlín en 1913. Según Sabine Fehlemann "acabó con el colectivo porque no soportaba la emancipación de los demás artistas del grupo". Bajo el seudónimo de Louis de Marsalle, Kirchner publicaba críticas de su propia obra.
Para hacerse una idea más precisa de este personaje, que Fehlemann caracteriza como "el más pendenciero y vanidoso de todos", basta visitar la otra exposición de Viena, en el Kunstforum, en la que destacan, por su vitalidad y su dinamismo, los lienzos de la primera fase del artista. Otras obras más lúgubres y tensas, muchas de ellas grabados en madera, y una serie de retratos y autorretratos (Cabeza de enfermo) reflejan la segunda vida de Kirchner, marcada por la Primera Guerra Mundial. Tras una breve experiencia en el Ejército, padeció trastornos psíquicos y físicos, pasó largos periodos en sanatorios, intentó huir hundiéndose en las drogas y acabó suicidándose en Davos (Suiza) en 1938, después de haber sido condenado como "artista deforme" por los nazis.
En un principio, bajo el impacto de los fauvistas franceses y los futuristas italianos, Kirchner muestra su fascinación por la vitalidad de Berlín, una metrópoli en ebullición. Observa el movimiento en la danza, el teatro, el circo y las prostitutas por las calles y en los clubes nocturnos. Evita la sensación de lo estético mediante trazos en zigzag y repitiendo una misma figura en variadas posiciones, como puede apreciarse en los transeúntes de sus célebres Escenas de las calles de Berlín. Hay un periodo en que se dedica a motivos rurales, alpinos, alejado del ambiente urbano, y en los últimos años hay más retratos y más angustia, los lienzos pierden espontaneidad, son más estructurados, delineados y menos cotizados.
La coincidencia involuntaria de ambas exposiciones se aprovechará en febrero para celebrar conjuntamente una serie de conferencias sobre el expresionismo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.