La dignidad

¿Qué pensará aquella madre del asesinato de su hijo, lanzado al mar con las manos atadas desde un avión en pleno océano, o aquella hija que no llegó a conocer lo suficiente a su padre, que, por tener ideas distintas a los dictadores Videla en Argentina o Pinochet en Chile, fue privado de su vida, fusilado por los escuadrones de la muerte? ¿Qué pensarán los miles de personas que han sido privadas de seres queridos, de sus derechos humanos? ¿Acaso el derecho a la vida lo tenían y siguen teniendo estos asesinos y sus cómplices, mientras los demás no tenían ni derecho a su dignidad? Hace ya algo más de veinte años, un buen amigo mío que vivió en la Argentina con sus padres, alababa la dictadura de los militares y decía que todos esos comentarios de los desaparecidos y asesinatos indiscriminados hacia la población civil eran mera propaganda subversiva de los grupos denominados "comunistas". Al cabo del tiempo, mi amigo tuvo que aceptar lo que en la propia sociedad argentina no le dejaban ver, por la falta de libertad de prensa, de reunión y de la supresión de los derechos más fundamentales de la persona. Tanto él como muchos otros lloraron indefensos las atrocidades que cometieron los militares con la inhibición de la propia sociedad, que vivía inmersa en la telaraña de la propaganda gubernamental. Los derechos humanos continúan sin respetarse en muchas sociedades, que se autoproclamaban avanzadas y democráticas, bajo el amparo de una aparente apertura y un crecimiento económico ficticio que contrasta con unas elevadas bolsas de pobreza y una tasa de paro abultadas. No obstante, todo ello es aprovechado, sin ningún tipo de escrúpulos, por países denominados avanzados y salvaguardas de la libertad en el mundo para hacer negocios a través de la venta de armas y nuevas tecnologías a cambio de mano de obra y fuentes de energía baratas. Todo un círculo vicioso que nos hace temer por la dignidad del ser humano.- José Manuel Pena Sampedro.