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EL 'CASO PINOCHET'

La "santa alianza" entre el general y el capital

Las asociaciones empresariales publican anuncios en los que exigen que se reconozcan los méritos del dictador

ENVIADO ESPECIAL"La historia de Chile sabrá reconocer que la intervención del general Pinochet interrumpió un proceso que conducía a los chilenos a un esquema de relaciones políticas, sociales y económicas que ha fracasado rotundamente y que ha dejado una huella de inmenso dolor en los pueblos que lo han experimentado". Esta sentencia no pertenece a una declaración del Ejército chileno sino a un comunicado insertado recientemente como publicidad en la prensa por la asociación de industrias metalúrgicas y metal mecánicas (Asimet), una de la principales organizaciones empresariales de Chile.

En parecidos términos se expresa Eugenio Heiremans, presidente de la Asociación chilena de Seguridad, miembro de 40 consejos de administración y verdadero poder fáctico en su país: "Aquí había una de las más crueles dictaduras marxistas, bajo la que se despojó a todo el mundo y se sometió a la hambruna extrema a toda la población. Para juzgar el periodo de Augusto Pinochet hay que tomar en cuenta estos elementos". Los empresarios están con el general. Lo han demostrado desde el mismo día de la detención. No han ahorrado gestos, declaraciones y viajes a Londres.

Con excepción de casos individuales, la clase empresarial chilena ha expresado un apoyo monolítico al ex dictador, en perfecta sintonía con los partidos de derecha y las Fuerzas Armadas. Para los más ultras, que no son pocos, Pinochet está por encima de las relaciones con la madre patria.

"No hay duda de que las relaciones con España van a verse afectadas. Estamos muy dolidos por la actitud que ha asumido España", dice Heiremans. Su diagnóstico catastrofista -"el modelo chileno en un severo riesgo. Todo el mundo está preocupado por la situación de Pinochet. Aquí no hay otro tema"-, culmina en amenaza velada: "Se pueden enardecer los ánimos, porque siempre hay grupos que tratan de inducir la situación hacia la violencia".

El empresario recuerda que Chile pasó "pruebas tan difíciles como el término del Gobierno de la Democracia Cristiana con las reformas económicas, la Unidad Popular y el esfuerzo extraordinario durante el Gobierno de las Fuerzas Armadas". Y añade: "No se nos respeta lo que nosotros elegimos como programa. Nos retrotrae a una situación conflictiva entre los chilenos. Si desenterramos las cosas antiguas tendremos que desenterrar todo".

Felipe Lamarca, presidente de la influyente sociedad de Fomento Fabril (Sofofa) ha aludido en clave irónica "a la intromisión" de España y el Reino Unido en el caso Pinochet: "la historia de Chile se escribe en castellano y en inglés".

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La reacción tras la detención del ex general no es sorprendente. Una encuesta publicada en julio del año pasado indicaba que de los 28 altos ejecutivos y empresarios entrevistados sobre el chileno que más admiraban, 14 nombraron a Pinochet. El mismo año, cuando estaba a punto de abandonar la jefatura del Ejército, instituciones como la Cámara Central de Comercio o la Sociedad Nacional de Minería organizaron actos para condecorar al general. Entre 1995 y 1997, 39 de los 40 cargos elegidos para los consejos de administración de las nueve empresas privatizadas al final del régimen militar fueron hombres de la derecha y la mitad habían ocupado puestos relevantes en el equipo económico de la dictadura. "Éste es un empresariado político", afirma Carlos Huneeus, ex embajador y director del Centro de Estudios de la Realidad Contemporánea (CERC), para quien el modelo económico en vigor "no contiene ninguna diferencia estructural con el del régimen militar. La concertación ha hecho reformas en lo político pero ha practicado el continuismo en lo económico. Los empresarios se consideran el motor del modelo, para ellos el Gobierno sólo lo está administrando".

Sesgo ideológico

El marcado sesgo ideológico del empresariado chileno es genuino de este país. Marcos Lima, presidente de la poderosa Corporación Nacional del Cobre de Chile (Codelco), admite que "no se da en otras naciones que todos los empresarios estén a un lado de la mesa. Es un caso único en el mundo. Cuando uno escucha a personajes como Georges Soros se da cuenta de que los empresarios chilenos están absolutamente escorados a un lado". Cosmopolita en los usos y extraordinariamente parroquial o provinciano en los enfoques políticos. Así es el empresario chileno, refractario a la evolución ideológica. "Quienes no compartimos estos enfoques tenemos una tarea pendiente", dice Marcos Lima. "Es indispensable que un país no sólo sea equilibrado en la distribución de los ingresos y en los mercados, sino también ideológicamente". La evolución, el cambio pueden llegar a través de los empresarios extranjeros, opina el presidente de Codelco. Aunque hoy mentar al mundo en Chile provoca auténtico resquemor ya que es visto como el responsable de las desventuras del exgeneral Pinochet.

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