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Tribuna:PROTESTA LABORAL
Tribuna
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Que los parados aguanten, que los ricos no pueden esperar

El signo político de un gobierno no se desvela por la ideología que se atribuye, sea de izquierdas, de centro o de derechas, sino por los intereses a los que se atiende prioritariamente con la política que se hace. A los pocos meses de formar gobierno concedieron un regalo fiscal a las rentas de capital, y aún no habían alcanzado el ecuador de la legislatura cuando el Partido Popular se apresuraba a pergeñar la reforma del impuesto sobre la renta para bajárselo, en mayor medida, a los más ricos. Mientras éstos, en un tiempo récord, ven colmadas una parte de las expectativas que tenían con un Gobierno de la derecha, a los más de tres millones de parados se les pide una paciente espera, hasta por lo menos el año 2015 para satisfacer su acuciante necesidad de trabajar, sin que los peor situados puedan aliviar su situación entretanto con un modesto subsidio de paro.La reforma del IRPF no es una imperiosa necesidad en un país que registra una presión fiscal 5,5 puntos de PIB inferior a la media europea, ni es prudente jugar con los ingresos que han de asegurar la suficiencia del Estado para financiar políticas públicas como la enseñanza, la sanidad o para acometer retos comprometidos e ineludibles como la separación de fuentes en la financiación de la Seguridad Social, que entre otras cosas requerirá de más de 600.000 millones de pesetas para pagar el complemento a mínimos de las pensiones más bajas.

Tampoco es razonable persistir en fórmulas ya fracasadas que auguraban la mejora del consumo, del ahorro y de la inversión, mediante la rebaja de impuestos. Sería más plausible conseguir estos objetivos por una vía alternativa en la asignación de los recursos públicos sin realizar una reforma que reducirá la recaudación en bastante más de medio billón de pesetas anuales de las que el bocado del león (20% del total) se lo llevarán el 1% de los declarantes, los más ricos, con ingresos superiores a los 9,8 millones de pesetas. Al mismo tiempo, el segmento social más necesitado, los 160.000 parados de larga duración con cargas familiares y sin subsidio, se quedan en la cuneta de las prioridades del Gobierno. Invertir en estas personas la misma cantidad que se va a regalar por vía fiscal a los más pudientes, además de ser más justo socialmente es también más eficaz económicamente, porque los primeros dedicarán sus ingresos de forma cierta a satisfacer sus necesidades vitales contribuyendo a mantener el pilar más sólido de nuestro crecimiento que, hoy por hoy, es la demanda de consumo. Los que más dinero tienen es probable que deriven hacia el exterior sus ingresos suplementarios en forma de gasto.

Con estas injusticias simultáneas, darles en exceso a quienes no lo necesitan y quitarles a los que malviven a duras penas, el PP gobernante se pone en evidencia al decirles a los parados que se quedan en la puerta porque los ricos tienen que pasar primero en esta "España que va bien".

Y esa descarnada orientación derechista de la política es lo que nos llevó a CCOO a sugerir hace meses la necesaria confluencia de la izquierda social y política en la elaboración de propuestas alternativas y en defender activamente en todos los espacios de actuación, en las instituciones y en la calle. Si unas semanas atrás presentamos un manifiesto conjunto sobre la fiscalidad, hoy nos manifestaremos por las calles de 50 ciudades, partidos, asociaciones y sindicatos, respondiendo a la convocatoria de CCOO y de UGT.

Establecer políticas más efectivas de creación de empleo y hacer de la reducción del tiempo de trabajo un instrumento para crear empleo, es el tercer gran objetivo del 3 de diciembre.

La exigencia está planteada tanto al Gobierno como a la patronal. Después de firmar los Acuerdos Interconfederales de 1997, uno de cuyos apartados establecía la apertura de negociaciones sobre la reducción del tiempo de trabajo, la CEOE se ha ido apartando, poco a poco, de la línea de la concertación social. Tal vez esperando que una actuación al dictado del Ministerio de Trabajo sirviera mejor a sus intereses de parte. Se ha equivocado. Su rechazo al acuerdo sobre el trabajo a tiempo parcial, y las primeras voces contra las medidas de fomento de la estabilidad en el empleo, apuntan hacia un cambio de actitud nada positivo que quisiéramos ver rectificado. Al condicionar el Gobierno su apoyo a la reducción del tiempo de trabajo que cree empleo a un acuerdo previo de los sindicatos y la patronal, se ha formado un nudo que es necesario deshacer.

Ésta es una jornada de protesta y de presión para alcanzar, en un momento o en otro, lo que defendemos a través de la negociación, si es necesario con nuevas movilizaciones. Los sindicatos no pueden contraponer movilización y diálogo social. Fruto de la negociación hemos alcanzado recientemente acuerdos y compromisos que favorecen a más de un millón de trabajadores a tiempo parcial y a 3,4 millones de trabajadores con contrato temporal. Ahora toca movilizarse principalmente por quienes no tienen trabajo. Después del 3 de diciembre CCOO llevará sus objetivos a la patronal, y a los diferentes empresarios, incluyendo la reducción del tiempo de trabajo en las plataformas de los convenios y de nuevo al Gobierno.

Y lo haremos desde la unidad de acción con UGT, que es el mejor camino para seguir logrando avances en el empleo y los derechos sociales, como para la unidad ofrecemos los nuevos aportes sobre la estabilidad en el empleo que hemos obtenido CCOO, teniendo que gestionar los criterios unitariamente trazados para este proceso de negociación. Porque, se den o no los cambios políticos que deseamos, los sindicatos no podemos parar en nuestro empeño de ser sujetos del cambio en el mercado laboral, asentándolo cada vez más en el equilibrio entre calidad de los empleos y flexibilidad positiva que mejore las expectativas profesionales de los trabajadores, ni en nuestra lucha por la equidad social.

Antonio Gutiérrez Vegara es secretario general de CCOO.

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