Un debate sobre la obra de Millás analiza el deterioro del idioma
Francisco Ayala, Juan Luis Cebrián y Mario Benedetti opinan sobre "El orden alfabético"
La presentación de la última novela de Juan José Millás, El orden alfabético (Alfaguara), originó ayer un debate sobre el deterioro del lenguaje -derivado entre otras cosas "de un servilismo hacia el inglés", dijo el autor-, y acerca de la manipulación política de las lenguas, "al convertirlas en bandera ideológica", criticó el académico Juan Luis Cebrián. Francisco Ayala y Mario Benedetti alabaron el humor y la profundidad que emana de la obra de Millás.
"No se puede luchar contra los barbarismos del lenguaje porque no existe un discurso para luchar contra ellos", advirtió Juan José Millás durante la presentación de su última obra, El orden alfabético, celebrada ayer en las Tertulias de Crisol, en Madrid. El orden alfabético funciona como una metáfora de otros desórdenes que existen en el mundo, dijo: "El resto de los órdenes no son menos arbitrarios y los construimos con palabras". Y puso el ejemplo del efecto narcotizante que le produce la palabra barbitúrico para defender que la relación entre el objeto y la palabra no es tan arbitraria.A partir del servilismo hacia el inglés, se está construyendo una especie de esperanto que sólo sirve para saber dónde está el baño, ironizó el ganador del Premio Nadal de 1990 por La soledad era esto. "Estamos construyendo analfabetos funcionales", se lamentó.
En la tertulia, moderada por la periodista Mercedes Milá, intervino el escritor, periodista y académico Juan Luis Cebrián, y asistieron, entre otros, Francisco Ayala, Mario Benedetti, Rosa Regás y José María Guelbenzu. El libro arranca con el protagonista evocando la enciclopedia de su padre, por cuyas páginas uno se podía perder igual que por entre las calles de una ciudad desconocida.
"Frente a la manipulación artística y bella del lenguaje que hace Millás en el libro, existe una manipulación de la lengua bastante preocupante, que lleva a que el valenciano, por imposición política, sea un idioma y no un dialecto", apuntó Juan Luis Cebrián. En un mundo en el que se mata por cosas inexistentes, como Dios o la patria, "las palabras pueden ser muy opresoras", añadió Cebrián. "Estamos ahora ante la presencia de una generación iletrada, que aprende a través de la televisión y no de los conceptos", y el peligro de crear una sociedad iletrada es que "es más manipulable: engañan mejor los que saben leer".
La educación es uno de los grandes problemas del castellano, a juicio del autor de La red. El idioma se aprende mal desde la escuela, y vivimos en una sociedad que considera al maestro "como un desgraciado que no ha podido progresar". Pero el deterioro del idioma también procede de que el 95 % de lo que discurre por Internet sea en un inglés muy degradado. Cebrián pronostica que algo va a pasar con el soporte papel: "En 10 años nos iremos a la cama a leer en un ordenador muy flexible por el que nos van a descargar la novela que queramos". Lo terrible es la destrucción de la selva amazónica por los editores de libros, dijo, "y yo lo soy".
Mario Benedetti apuntó que alguno de los elementos que más destroza el lenguaje son los diccionarios de los programas de ordenador, y "los correctores de imprentas, que llegan a confundir revolución con revolcón".
El académico Francisco Ayala alabó el mérito de El orden alfabético: aunar humor y profundidad. "Cuando lo empecé no pude soltarlo, algo extraordinario en mí, que cada vez tengo menos capacidad de aguante", dijo el escritor.
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