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González acusa a los nacionalismos de despertar "el monstruo del centralismo"

El ex presidente del Gobierno Felipe González expresó descarnadamente, ayer en Toulouse, en presencia del primer ministro Lionel Jospin, su temor a que el "irredentismo nacionalista despierte al monstruo del centralismo igualmente exclusivista y homogeneizador", que, a su juicio, sigue latente en la sociedad española. Felipe González advirtió del peligro, en su opinión muy real, de que estos nacionalismos terminen por arruinar el actual proyecto constitucional español basado en el reconocimiento del pluralismo identitario.

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"No quiero dramatizar", dijo, "pero tengo miedo de que la nueva generación no tenga tiempo de sentir la pluralidad de la identidad española y empiece a sentir rechazo. La identidad y la cohesión de los territorios y de las personas son cuestiones inseparables si se quiere tener un proyecto de España", enfatizó.González dio este toque de atención, casi un grito a juzgar por el tono y los términos utilizados, en una jornada cargada de recuerdos personales de los años de la clandestinidad y de homenajes dispensados tanto por la comunidad de españoles asentados en Francia como por las autoridades académicas de la ciudad de Toulouse y por el propio jefe de Gobierno francés, Lionel Jospin.Muchos de los cientos de españoles de origen y de corazón, congregados por la mañana en la exposición dedicada a las Constituciones de España, siguen viendo en Felipe González al Isidoro de los tiempos heroicos, al misterioso abogado del Partido Socialista que acudía periódicamente a Toulouse para organizar a los miles de exiliados instalados en esa zona francesa.

Los que le abrazaron ayer con sus manos sarmentosas, viejos republicanos que tras la derrota siguieron combatiendo en la Resistencia francesa y en la militancia contra la dictadura de Franco, no han olvidado el entusiasmo ni la facilidad de palabra del antiguo representante socialista del interior.

En Toulouse, una ciudad en la que la amplia comunidad española disfruta de reconocimiento, el ex presidente español, que estuvo acompañado por su mujer la diputada Carmen Romero, vivió pues una jornada intensa de felicitaciones, elogios y reconocimientos a la que asistió el embajador de España, Carlos Benavides. El ponente de la Universidad de Toulouse, el catedrático Rémy Pech, justificó la investidura de Felipe González atribuyéndole, el mérito de haber "renovado el socialismo español" y el de ser uno de los grandes "artífices de la democratización española y uno de los arquitectos de la construcción europea".

También la adhesión de Lionel Jospin al homenaje, tiene, sin duda para González, una significación muy especial. El primer ministro francés, uno de los líderes mas destacados de la política internacional, abandonó su estancia de fin de semana en su pueblo natal, Cintegabelle, cerca de Toulouse, para mostrarle a González y a la comunidad de origen español su afecto, admiración y amistad. Jospin subrayó la idea de que la normalización de las relaciones con España, el estrechamiento de los lazos comunes "no debe conducirnos a la rutina". Tras visitar la exposición, el primer ministro francés alertó sobre la necesidad de evitar "las visiones esquemáticas de España".

Diferencias con Francia

En su discurso ante los viejos republicanos españoles y sus descendientes, González marcó la abismal diferencia con la que España y Francia abordan la cuestión de la pluralidad identitaria Dijo que mientras el Pacto Republicano francés ha hecho soportable la homogeneización gracias a que consagra la igualdad de derechos, en España "el intento de construcción de la nación, ha chocado siempre con la variedad identitaria". Afirmó que en este 20 aniversario observa actitudes de travestismo político, de reconocimiento formal del valor constitucional, pero sin compartir verdaderamente el pluralismo identitario, existente también en las comunidades gobernadas por los nacionalismo periféricos.Reiteró que la Constitución de 1978 marcó un giro histórico en la medida en que propone construir España sobre el reconocimiento de esa variedad múltiple. Lionel Jospin, que no habla el español, le escuchó atentamente pero es difícil que llegara a comprender sus palabras y no sólo por el problema del idioma. Tal es la diferencia existente.

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