Los gobiernos centroamericanos quieren renegociar la deuda externa por los efectos del "Mitch"
Dos semanas después de que Mitch iniciara su mortal recorrido por el Caribe y Centroamérica, la lluvia se niega a abandonar el cielo de Centroamérica. Ya no es Mitch, pero en algunos lugares donde los ríos no han regresado a sus cauces, las aguas amenazan a poblaciones que llevan una semana aisladas sin comida ni medicinas. Y entre tanto, el obligado recuento de la tragedia asciende a cifras que convierten al huracán Mitch en el fenómeno natural más devastador de la historia de América con unos tres millones de damnificados, más de 12.000 muertos y 10.000 desaparecidos.Ayer se cumplía una semana desde que el volcán Casitas disparara su espeluznante descarga de tierra, lodo y agua sobre el empobrecido municipio de Posoltega, en el norte de Nicaragua, desgarrando la vida de sus habitantes. En Tegucigalpa (Honduras), el río Choluteca, que divide a la ciudad en dos, comenzaba a bajar su nivel ocho días después de arrasar el 60% de la capital. A El Salvador y Guatemala la tragedia llegó con mayor previsión pero los dos países vivieron sus propios dramas y ambos suman casi un millón de damnificados.
Existen otros números que empiezan a tomar protagonismo, los de la deuda externa. En Honduras, las organizaciones no gubernamentales y la Iglesia han exigido ya la condonación de la deuda, mientras en Nicaragua, el presidente, Arnoldo Alemán, tomaba la inicativa para que su país fuera incluido ante los organismos financieros entre los países altamente endeudados.
Los presidentes de Honduras, Guatemala y El Salvador se dirigían, hace ya una semana, nada más conocerse los primeros efectos del paso del huracán Mitch, a sus respectivas naciones para informar sobre la magnitud del desastre y solicitar la colaboración de la comunidad internacional. En Nicaragua, mientras el canal estatal de televisión mantiene anuncios de publicidad gubernamental el presidente Alemán se dirigía ayer a la nación para informar de los logros obtenidos por el Gobierno nicaragüense en los últimos días del desastre. En este país, la politización de la catástrofe crea la impresión de que la campaña electoral ya ha comenzado.
Los niños parecen ser los más castigados por el desastre. Los últimos datos suministrados por las ONG, 80.000 niños menores de cinco años sufrían ya fuertes diarreas e infecciones respiratorias en zonas donde no hay agua potable ni medicinas, además de 30.000 casos de malaria y 20.000 de conjuntivitis.
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