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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Tiempo parcial

EL DIÁLOGO social es uno de los activos más importantes del Gobierno. Mientras la mejora económica es el efecto final de causas complejas, que tienen más relación con la coyuntura internacional que con decisiones domésticas, el clima laboral responde más directamente a una voluntad política de apostar por el diálogo social, con decisiones que a veces son arriesgadas. A pesar de las amenazas de ruptura de la negociación y de las reticencias -que no oposición- de la cúpula patronal, las partes han mantenido el diálogo y el resultado ha sido un acuerdo con los sindicatos UGT y CC OO, que define un nuevo modelo de contrato a tiempo parcial, más equilibrado que el anterior.El contrato a tiempo parcial era utilizado en muy pocas ocasiones, debido al rechazo de trabajadores y empresarios. El Gobierno y los sindicatos han pactado dos ventajas fundamentales que reducen la precariedad laboral. Por una parte, será más fácil el acceso a la pensión de jubilación y al pago de las bajas por enfermedad de los trabajadores contratados por este sistema, ya que se permitirá contabilizar como horas trabajadas la parte proporcional a las vacaciones y a los fines de semana. Por otra, el acuerdo permitirá a las empresas beneficiarse de incentivos en forma de rebajas en las cotizaciones a la Seguridad Social si convierten empleo temporal a tiempo parcial en contratos fijos a tiempo parcial.

El nuevo contrato es también, a pesar de las reservas de la patronal, un instrumento útil para la gestión de horarios de trabajo en las empresas, puesto que permite distribuir las horas que trabajan los contratados en función de la acumulación de la carga de trabajo, e incorpora la posibilidad de horas complementarias, aunque con lógicas limitaciones. No se puede combatir la precariedad en el empleo con flexibilizaciones indiscriminadas.

El acuerdo sobre el nuevo contrato temporal es un paso más en la mejora de los instrumentos de contratación y en la flexibilidad del mercado de trabajo. Precisamente en esa evolución, que excluye modificaciones bruscas en los criterios de actuación y genialidades de gabinete, radica la eficacia con que esos contratos están contribuyendo en Europa a aumentar el empleo.

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