La diplomacia alemana será continuista en manos "verdes"
El proceso de integración europea es de interés prioritario para el nuevo Gobierno alemán y requiere "tiempo", "realismo" y "visión", según subrayó Joschka (Joseph) Fischer, el nuevo ministro de Exteriores de Alemania, al tomar posesión de su cargo ayer por la mañana en Bonn. Fischer, de 50 años, el primer verde que llega a ser titular de una cartera de Exteriores en el mundo, se definió como un "eurooptimista" y se presentó como "una persona que aprende con gusto" y que "discute con gusto". "Cuanto más me cautiva una idea, con más impulsividad reacciono", confesó Fischer ante su antecesor en el cargo, Klaus Kinkel, y el personal de la sede central de la diplomacia alemana, que cuenta con una plantilla de más de 8.000 personas, repartidas por todo el mundo.Algunos de los presentes bromeaban preguntándose si Fischer acudiría al salón de actos del ministerio en zapatillas deportivas, pero el nuevo titular llegó encorbatado y con una inmaculada camisa blanca. Kinkel, ministro de Exteriores desde hace seis años y medio, le transfirió ayer un departamento que ha estado 24 años en manos del Partido Liberal (FDP), desde que el antecesor de Kinkel, Hans-Dietrich Genscher, lo ocupara en 1974.
Con Fischer llegaron los dos nuevos directores generales, el socialdemócrata Günter Verheugen y el verde Ludger Volmer. Verheugen, un ex liberal, trabajó en el pasado con Genscher, y Volmer pertenece al sector izquierdista de Los Verdes y en la última sesión del Parlamento saliente votó en contra de la resolución que aprobó una intervención militar de la OTAN en el caso de que Belgrado no cumpliera las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU.
El peso de la historia
El mensaje central de Fischer fue ayer la continuidad de la política exterior alemana. El político esbozó, sin entrar en detalles, el dilema sobre el que se ha extendido en otras ocasiones. Para Fischer, la política exterior alemana en el futuro seguirá estando determinada por dos factores opuestos: uno es el peso estratégico de la Alemania unificada, y el otro, el peso de la "catastrófica historia nacional" del nacionalsocialismo. Este recuerdo, que hace mantenerse en guardia a los Estados europeos socios de Alemania, impone obligaciones a esta nación. Este país debe practicar la autocontención, defender sus intereses nacionales sólo de forma indirecta y dentro del marco europeo y mantener una política especial respecto al Estado de Israel.Estos postulados, que fueron practicados por Helmut Kohl, forman parte de la visión global de la política exterior que Fischer expuso el pasado verano en una conferencia en Berlín. Como entonces, ayer, el ministro instó a iniciar un debate sobre la finalidad del proceso de unificación europeo. Para Fischer, la cuestión fundamental es la relación entre la unidad europea y el Estado nacional. En su opinión, el Estado nacional seguirá existiendo y teniendo protagonismo, pero Europa está al principio de la creación de un nuevo sujeto de derecho internacional que cobra forma en la moneda única.
Fischer manifestó que la crisis económica puede ser un "factor de aceleración" de la unidad europea. En su opinión, ahora que las ilusiones en la autorregulación de los mercados se han esfumado hay muchos euroescépticos que están contentos de la llegada del euro. Fischer, un ferviente partidario del eje franco-alemán como motor de la unidad europea, consideró que las últimas declaraciones europeas de Tony Blair son positivas y que Francia, Alemania y el Reino Unido podrían imprimir una nueva dinámica a la Unión Europea.
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