Muere José Cardoso Pires, fervoroso y brillante retratista de la Lisboa moderna
Matemático y marino, el novelista lega una obra marcada por un poderoso talento descriptivo
La ciudad de Lisboa perdió ayer a uno de sus más fervorosos admiradores y, sin duda, al más brillante de sus retratistas. El escritor portugués José Cardoso Pires (Peso, Castelo Branco, 1925), de 73 años de edad, falleció ayer en la ciudad de sus laberintos imaginarios, tras pasar cuatro meses en coma profundo irreversible. El autor del inolvidable Lisboa. Diario de a bordo, una travesía amable y sorprendente por esta urbe romántica y decadente, declaró con motivo de la Expo 98 que este acontecimiento había conseguido alterar los valores de la ciudad y del propio Portugal: "La muestra, sin duda, mejorará la autoestima de todos los portugueses y contribuirá a unir al país. Pero, sobre todo, ha convertido a Lisboa en una ciudad más libre, más abierta, más moderna".Licenciado en Matemáticas, marino mercante -"salí de allí como había entrado: sin saber nada de nada"-, izquierdista visceral aunque no militante, periodista y escritor, José Cardoso Pires no pudo resistir su tercer ataque cerebral. El primero de ellos le sobrevino en 1995. Fue un accidente cardiovascular que le hizo perder la memoria durante 15 días. Atravesó la línea de la vida y regresó en contra de todos los pronósticos médicos. De ahí salió De profundis. Valsa lenta, un relato sobre la muerte cerebral que superó inexplicablemente. Y lo recordaba sin nervios y sin angustia: "Siempre he dicho que aquello fue una muerte amable. Perdí la memoria, no podía escribir ni leer, no sabía nada de nadie, no me gustaba nadie ni odiaba a nadie. Como no tenía memoria, tampoco tenía sentimientos. No tuve ningún dolor. Si no fuera por los amigos, los hijos y mi mujer, aquella hubiese sido la muerte ideal". Poco antes de la inauguración de la Expo, que no llegó a ver, Cardoso Pires sufrió un derrame cerebral que le condenó a una silla de ruedas que detestaba. "Ahora", decía al salir del hospital, "estoy amarrado a esta silla incomodísima de la que soy esclavo de la mañana a la noche".
Nervioso pero sin perder su excepcional sentido del humor, Cardoso Pires reconocía que, "por primera vez", los gobernantes portugueses habían dado una demostración, "una rara demostración de eficacia al cumplir una promesa (la construcción de la Expo sin grandes retrasos), algo realmente extraño en Portugal". Considerado por la crítica como "uno de los últimos escritores lusos", Cardoso Pires, premio Pessoa 1997, siempre se distinguió por su genial capacidad descriptiva y por una inigualable técnica narrativa. Detestaba el adjetivo y proponía el buen uso de los sustantivos. Singular observador de la realidad portuguesa y fiel admirador de la melancólica Lisboa, Cardoso Pires abordó casi todos los géneros literarios. Influido por la novela negra norteamericana, que tradujo por decenas, traductor de Cervantes y admirador de Ernest Hemingway y Pío Baroja ("uno de los grandes maestros de la literatura mundial"), el autor portugués defendió siempre los valores de la libertad y la democracia.
Durante su etapa como director del emblemático Diario de Lisboa (1975-1978) defendió la transición democrática frente a los vientos totalizadores. En su ensayo Y ahora, José (1977) lanzó un durísimo ataque contra la censura y el fascismo en la dictadura salazarista y siempre mantuvo un espíritu crítico frente al poder, incluyendo a los gobiernos de izquierdas de los que se sentía más próximo. Feroz crítico de la superficialidad, temperamental y gran amante de la vida, el autor de Balada de la playa de los perros, El delfín o Alexandra Alpha obtuvo en vida los premios literarios más importantes de Portugal y criticó el hecho de que la narrativa lusa no hubiera sido galardonada con un Nobel. No conoció la concesión del premio a Saramago, pero se hubiera alegrado de la noticia. "He pasado años", decía, "firmando manifiestos a favor de la concesión de un Nobel para un escritor luso y no ha servido de nada. Sólo puedo decir una cosa: este premio nos beneficiaría a todos los escritores portugueses".
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