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Vitivinicultores antes que alcaldes

Los cuatro únicos regidores del PP en Euskadi están en La Rioja alavesa y se consideran sobre todo cosechadores "del mejor vino del mundo"

Javier Casqueiro

¿Ayuntamiento de Labastida? "Dígame". ¿Ignacio Gil? "Le paso al móvil, porque está en la viña". Ignacio Gil tiene 28 años y un BMW en la cuneta. Pero no es un terrateniente de pantalones planchados y uñas de manicura. El teléfono se lo lleva su escolta mientras él vendimia, poda uvas y se enloma cajones de 20 kilos. Está sudado, con las manos ennegrecidas por los racimos y viste una camiseta blanca raída. Ese día, el viernes pasado, era especial: una hora después iba a comer con José María Aznar, el presidente del Gobierno y de su partido, el PP, del que es uno de sus cuatro alcaldes en el País Vasco. En realidad, Gil y los otros, todos asentados en la poderosa zona de La Rioja alavesa, la más española de Euskadi, se sienten sobre todo vitivinicultores, cosechadores "del mejor vino del mundo".

Allí no hay nada más importante que el vino. Ni siquiera estas elecciones. "Es el sudor de todo el año", explica, en su despacho, Javier Sampedro, el alcalde por antonomasia del PP vasco, el de Laguardia, núcleo de servicios de la comarca. Hasta a la ministra de Agricultura, Loyola de Palacio, le dijeron que aplazase, hasta ayer, su visita. Lo único importante son las viñas. Sampedro y sus hijos poseen 90 hectáreas de vides en este área privilegiada, pegada a Logroño, y su valor en el mercado podría ser de unos 1.300 millones de pesetas.

En plena vendimia, de dos semanas de duración, Gil se ha tomado 15 días de vacaciones oficiales para enfangarse durante doce horas diarias en la recolección de las 25 hectáreas de su familia. Esta vez se halla en una finca de Haro, unos metros fuera de Euskadi. A la hora de comer hará una excepción y dejará solos a los peones porque Aznar visita Laguardia. Pero, tras el almuerzo político y después de soltarle al presidente que su rioja es mucho mejor que el Ribera del Duero que él tanto promociona, volverá al tajo.

Entre Gil y Sampedro hay 30 años de distancia, pero pocos metros de impostura. Ambos son riojanos y piensan en vino. Los demás asuntos les pillan a desmano, al otro lado de la sierra de Toloño, con 1.200 metros de altura, y los abordan con naturalidad. Ambos esperan, por tanto, que la tregua de ETA sea verdadera, irreversible.

Los alcaldes populares, los de Laguardia, Labastida, Armiñoa y Ribera Baja, son de la misma cuadrilla, agrícola, y lo que les preocupa ahora es la calidad de la uva. Frente a las modas, Gil defiende con orgullo la pasión intemporal por los riojas: "No es que sean los mejores de España. Son los mejores. Por las variedades, por el clima... La Rioja es el único lugar donde se puede beber un vino del siglo pasado. Por algo será".

Gil estudió la rama de industrias agroalimentarias de perito agrícola. Luego, se empleó en las bodegas de su padre, Santiago Gil, propietario, entre otras, de Mitarte y que también fue alcalde. Gil sintió la llamada de la política cuando comprobó que no se hacían las cosas a su gusto. Un amigo le convenció para meterse en el PP y sacó 200 votos: tres concejales. Ahora gobierna con Unidad Alavesa porque en esta comarca ambos partidos son casi lo mismo. Se concedió la dedicación exclusiva y 150.000 pesetas de sueldo. Enfrente: dos ediles del PNV y otros dos de HB; sobre todo, éstos. La violencia del último año, con cinco ediles del PP asesinados por ETA, se ha vivido en su zona de otra manera. La tensión ha sido dialéctica, en los plenos, con algún incidente aislado en las calles. "Ellos han practicado el no por sistema y yo no les he dado ninguna facilidad y les he jodido tanto como ellos a mí hasta que han dejado de aparecer", reconoce. HB tuvo 118 votos en Labastida, uno de sus mejores resultados en Álava.

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Lo que Gil no lleva bien, como otros, es lo del escolta permanente. Le exigen rutina y él la rechaza. Es joven y soltero, maneja dinero y le gustan las fiestas. Se lo avisó al ertzaina que le tocó y ahora a su último escolta, un gallego sin temor a nada y con un horario depredador. La jornada puede amanecer a las siete de la mañana y el vigilante, que reside a más de 60 kilómetros de Labastida, debe recogerle, acompañarle y acostarle aunque la juerga haya durado hasta las otras siete de la mañana.

Gil pelea desde el Ayuntamiento de Labastida (1.200 habitantes en invierno y 10.000 en verano) por que el Gobierno vasco y la Diputación de Álava entiendan que esa desproporción hay que compensarla con infraestructuras válidas para los dos casos.. El 92% de sus presupuestos, 130 millones cuando se aprueban y 400 al final, se lo comen los gastos corrientes.

Lo de Sampedro en Laguardia (cabeza de comarca con 10.000 habitantes) es de tradición. Heredó de su padre unas pocas tierras y ahora trabajan en su vasto territorio de viñas sus cuatro hijos levantando un imperio de bodegas para sus cuatro nietos. Uno de ellos ha creado el premiado Vallovera. Cuando Sampedro piensa en su país, dibuja La Rioja, Álava y España: "De vasco me queda poco. Que le pregunten a uno de Azpeitia cómo nos sienten a nosotros". Y remacha con otro tópico alavés: "Vizcaya se lo chupa todo. Aquí seguimos con carreteras tercermundistas. El Gobierno vasco me ha dado una ayuda en 20 años".

Pese a todo, Sampedro, candidato número ocho del PP por Álava, espera salir elegido porque aguarda un magnífico resultado en esta provincia, en la que su partido se está volcando para frenar al PNV y el avance nacionalista. Sampedro gobierna con mayoría absoluta en Laguardia, el único pueblo vasco donde siempre ha ganado el centro-derecha. Él lo justifica por sus murallas, del siglo XII: "Los pueblos amurallados conservan mejor las tradiciones". El PP logró la última vez el 50% de los votos, cinco ediles por cuatro del PNV y los independientes. HB, en cambio, apenas 30 papeletas.

Los ayuntamientos del PP en Euskadi son privilegiados desde el punto de vista laboral. Apenas registran paro masculino. En La Rioja alavesa se van a recoger en esta campaña dos millones de pesetas por habitante en uvas: 20.000 millones de pesetas.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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