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Otro centenario: la primera cátedra de sociología

Emilio Lamo de Espinosa

No ha sido éste un año carente de conmemoraciones, pues éstas casi nos atropellan con su insistencia. Pues bien, en este ánimo historicista y en esta fecha finisecular, al parecer tan cargada de recuerdos, no debíamos olvidar otro, sin duda menor, pero de relieve indudable. Y me refiero a la creación en el mismo año de 1898 de la primera cátedra de sociología en la Universidad (entonces) Central de Madrid, y como parte de un nuevo plan de estudios de la Facultad de Filosofía que incluía la sociología como disciplina (tema interesante) a impartir en el doctorado. Pues el hecho tiene significación y no sólo nacional. La tiene para la cultura española, indudablemente. La cátedra fue creada y convocada a oposición por Real Orden de 18 de octubre (Gaceta de Madrid del 22), justo hoy hace cien años, en el contexto y como parte del proyecto regeneracionista, por el entonces director general de Instrucción Pública, Vicente Santamaría de Paredes, hombre próximo al krausismo y sociólogo él mismo, siendo ministro de Fomento Romero Girón (pues aún no había Ministerio de Instrucción Pública; otra conmemoración que se nos avecina) y bajo el Gobierno de Sagasta. Sólo cabe conjeturar las razones de la creación, pero, sin duda, responde al intento de sustituir el debate metafísico sobre el ser (y el ser de España) por un ir a las cosas mismas, de modo que la cátedra, como la misma sociología, aquí y fuera, trae causa en el proyecto de modernización de las sociedades tradicionales, y debe impulsar performativamente ese mismo proyecto. Frente a lo cual se alzaba el recelo conservador, y recordemos que Cánovas había ingresado en la Academia de Morales en 1881 con un discurso titulado nada menos que Las últimas hipótesis de las ciencias naturales no dan más firme fundamento a la sociología que las creencias, aún miradas también como hipótesis en que esta ciencia se ha basado hasta ahora. Punto y aparte.

Celebradas las oposiciones a comienzos de 1899, y a pesar de la dura oposición del metafísico y tradicionalista Ortí y Lara, la ganó con todos los merecimientos Manuel Sales y Ferré, catedrático de historia de Sevilla, nacido en Tarragona, hombre ya mayor y con una importante obra de sociología detrás, pues ya había culminado la publicación unos Estudios de Sociología (Madrid, 1889) y de los tres volúmenes de un Tratado de Sociología (Sevilla, 1894, 1895 y 1897), que sería el primer libro de texto de la historia de la sociología española (y no sólo, pues es usual considerar el manual de Albion Small de 1894 como el primer libro de texto de la sociología).

La obra de Sales - magníficamente estudiada hace años por Manuel Núñez Encabo- ha sido completamente olvidada (como ocurre con su mentor, Spencer, a quien ya nadie lee), pero, como es usual con la de aquella época (con la sociología de Posada, de Azcárate y de otros), sorprende su vasto conocimiento y la gran información que maneja. Y que su interés no era algo aislado lo prueba que el año siguiente, 1899, Adolfo Posada publique en el Boletín de la Institución Libre de Enseñanza un survey sobre Los estudios sociológicos en España (BILE, 23, 1899, 222).

Sales y Ferré tiene así el honor de haber sido el primer catedrático de sociología de España. Pero no sólo de España, pues el hecho es que entonces, a finales de siglo, no había cátedras de sociología ni en Francia ni en Alemania ni en el Reino Unido. Hacía ya poco más de tres lustros que la sociología había comenzado a enseñarse con regularidad en algunas universidades americanas (el primer curso se imparte en la John Hopkins en 1876), se había creado una cátedra en Columbia (1889), el primer departamento de sociología se creará en Chicago en 1893 y dos años más tarde aparecerá el American Journal of Sociology. Pero la sociología europea iba muy retrasada. Emilio Durkheim, que el mismo año de 1898 fundaba L'Année Sociologique, al tiempo que participaba en el affaire Dreyfus, era entonces catedrático en Burdeos de sociología y pedagogía y sólo en 1913 conseguirá en La Sorbona una cátedra de Ciencia de la Educación y Sociología. Weber era profesor de economía, y Simmel, de filosofía. Y en el Reino Unido las primeras cátedras tendrán que esperar a la década de los treinta. Según mis informaciones, había, sin embargo, una cátedra en Japón, en la Universidad Imperial de Tokio, creada en 1893. Lo que es interesante y parece mostrar que, si en algunos países, los más avanzados, la sociología es consecuencia de la modernización (y no necesitó impulso público), en otros, más atrasados, es consecuencia del proyecto de modernizar.

La cátedra de la Central fue más tarde ocupada por Severino Aznar, dando lugar a un quiebro que exhibe las dos tendencias clásicas de la sociología española: la progresista (a falta de mejor término), más teórica y crítica, y la conservadora o católica, usualmente más empírica, situación que se ha prolongado hasta hace pocos años. En todo caso, sería muy erróneo confundir la cátedra de sociología con la sociología. Pues ya a finales de siglo encontramos excelente ciencia social no académica y así debemos reconocer que hubo en España una interesante floración de sociólogos del derecho (con Joaquín Costa a la cabeza) y sobre todo de criminólogos (Salillas, Bernaldo de Quirós, Dorado Montero, Gimeno Azcárate) y penólogos (Concepción Arenal), un estupendo inicio de sociología sexual (Quintiliano Saldaña), una interesantísima tradición de antropólogos, etnógrafos y folcloristas (T. de Aranzadi, Luis de Hoyos, Antonio Machado y Álvarez, Miguel de Barandiarán), una magnífica escuela de sociología rural (Díez del Moral, de nuevo Bernaldo de Quirós y Costa, Fernando de los Ríos, más tarde Severino Aznar), aparte las tareas bien conocidas del Instituto de Reformas Sociales en sociología del trabajo y de Severino Aznar en la aplicación de técnicas de investigación. Todo ello dista de ser poco si bien, lamentablemente, es muy poco o nada conocido incluso por los sociólogos actuales. Como más tarde encontraremos excelente sociología escrita por no sociólogos o no académicos.

El ejemplo de lo primero es, sin duda Ortega, y La rebelión de las masas es el libro español más vendido tras El Quijote y las poesías de García Lorca (vaya por Dios; ya salió otro centenario). Y de lo segundo, la sociología no académica, son numerosos los ejemplos actuales, casi siempre vinculados a institutos de investigación, con un brillante desarrollo.

Pero no pretendía, por supuesto, dar cuenta de la historia de la sociología española, sino sólo de su primera cátedra y, lo que es aún más importante, de su primer manual. Los miles de alumnos de las varias facultades de sociología (y recuerdo ahora más de media docena) ignoran la existencia de Sales y Ferré, como lo ignoran también (me temo) muchos de sus profesores. Y aunque mi maestro Merton gustaba de repetir la cita de Whitehead, una ciencia que no ignora a sus clásicos está perdida, siempre he creído, como él, que lo contrario es lo cierto para las ciencias sociales, inevitable y afortunadamente próximas, en esto de los clásicos y en muchas otras cosas, a las humanidades.

Emilio Lamo de Espinosa es catedrático de Sociología y director del Instituto Universitario Ortega y Gasset.

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