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Los virus del sida del semen son a veces distintos a los de la sangre

Las dos cepas pueden diferir en su resistencia a los fármacos

Javier Sampedro

Los virus presentes en el semen de un paciente de sida son a veces distintos de los que predominan en su sangre, y pueden manifestar distintos grados de resistencia al tratamiento, según acaban de demostrar investigadores suizos y estadounidenses. Los científicos concluyen que, respecto a la infección, la sangre y los órganos sexuales son dos compartimentos casi estancos, atacados por los medicamentos de forma distinta, y que requieren hasta cierto punto tratamientos independientes.

Los resultados han sido obtenidos por los equipos de Pietro Vernazza, del hospital cantonal de Saint Gall (Suiza) y de Joseph Eron, de la Universidad de Carolina del Norte (Estados Unidos), y serán publicados en la edición del 22 de octubre de la revista Aids.El hallazgo induce a una nueva reflexión sobre las estrategias terapéuticas. El esperma es actualmente la principal vía de contagio del sida, a través de relaciones homosexuales o heterosexuales. Los autores consideran que las terapias destinadas a eliminar el virus del semen deben ser una prioridad. Eron y Vernazza empezaron estudiando a 44 hombres que acababan de ser infectados, y que se sometieron inmediatamente a tratamiento con antirretrovirales. Los médicos se concentraron en 11 de ellos que, pese al tratamiento, manifestaban cantidades apreciables de virus tanto en el esperma como en la sangre, y siguieron su evolución durante tres años.

Diseño de vacunas

En 8 de los 11 voluntarios, parte de los virus se volvieron resistentes a los fármacos antivirales. Y en 7 de esos 8 casos de resistencia, la población de virus se reveló diferente en el esperma que en la sangre. ¿Por qué esas diferencias? El virus del sida varía con rapidez a lo largo de las generaciones. Ésa es la razón por la que resulta tan difícil diseñar una vacuna contra él. Cuando a una población variada del virus se la somete a un fármaco antiviral, las variantes menos resistentes tienden a desaparecer y las más resistentes acaban dominando numéricamente.Este efecto puede explicar al menos dos de los casos estudiados ahora, en los que los virus de la sangre mostraron resistencia, y los del esperma no. La razón sería que el fármaco llegó bien al flujo sanguíneo, pero no al aparato reproductor. Sin embargo, en otro de los pacientes los virus manifestaron más resistencia en la sangre que en el esperma.

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