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FERIA DE OTOÑO

Hizo fu

No se marchó: hizo fu. Expresado en castizo, Ortega Cano se despidió a la francesa. Quiere decirse que correspondió a la ovación del público tras el paseíllo, anduvo por allí en un ¡ay! y en un ¡huy!, dio la tabarra, recogíó la suculenta bolsa, y fuese.Iba calentito Ortega Cano. Por la pingüe retribución y por el meneo que le pegaron los aficionados, varios de ellos pidiéndole que no vuelva.

Había mucha razón en los aficionados. Así no se viene a Madrid. No puede uno anunciarse con seis toros y luego lidiarlos por control remoto.

Con seis toros, en el supuesto de que salgan pregonaos, un torero puede pasar penurias para darles lidia y muerte.Lo que no puede es inhibirse, dejar que sean los peones quienes reciban de capa a los toros, desconfiar de todas las embestidas incluso las pastueñas, matar echándose fuera. Y eso fue lo que hizo Ortega Cano en la solemne tarde de su despedida, con toros que no eran pregonaos sino bien boyantes.

Núñez / Ortega

Toros de Joaquín Núñez (uno devuelto por inválido), dos primeros anovillados, resto discretos, algunos mansos, manejables; 4º con trapío, casta y nobleza. Dos sobreros de Los Bayones, bien presentados, devueltos por inválidos. 5º, tercer sobrero, de Carlos Núñez, largo ensillado, manso, manejable.Ortega Cano, que se despedía, único espada: dos pinchazos bajos, estocada corta ladeada y rueda insistente de peones (silencio); estocada corta atravesada a paso banderillas, ruedas de peones que ahondan el estoque, descabello, rueda de peones y descabello (pitos); dos pinchazos, estocada ladeada, insistentes ruedas de peones y descabello (algunos pitos); media atravesada trasera, rueda de peones, descabello -aviso-, descabello y se echa el toro (bronca); media y rueda de peones (silencio); pinchazo y estocada corta tendida caída (silencio). El banderillero Antonio Briceño se cortó la coleta. Plaza de Las Ventas, 9 de octubre. 4ª corrida de feria. Tres cuartos largos de entrada.

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El gesto

Con el primero auspició otro panorama. Marcó bien la verónica, ensayó quites por esta modalidad, embarcó algunos redondos de buena factura. Se destempló en los naturales y sufrió dos desarmes. El público no tomó en consideración estos desaguisados. Cuando un torero se encierra con seis toros no hay por qué echarle la lupa en el primero y ponerse intransigentes. Pero en el segundo fue peor. Y tarde adelante todo iría a peor. Los toros se le iban vivos a Ortega Cano, según se suele decir. No es que se los devolvieran al corral. Es que parecía incapaz de sacarles partido, de embarcar y ligar dos pases con mediano reposo, de verlos venir sin quitarse precipitadamente de en medio.

Toros peores habrá toreado con mayor decoro Ortega Cano en su vida profesional. A toros peores les habrá sacado el toreo que sabe ejecutar con irreprochable técnica e interpretar con inspirada sensibilidad artística.

Por eso se notaba más su defección. Y el público empezó a desconfiar. Y los aficionados a hartarse de Ortega Cano, sus aflicciones y sus espantos. Lamentablemente, había perdido los papeles. Ya en el segundo toro tenía perdidos los papeles y cuando entró a matar a paso banderillas -que es una vergonzante forma de matar- dio la impresión de que la desmoralización de Ortega Cano era total y no tendría remedio.

Para entonces llevábamos una hora de corrida. Se dice pronto: dos toros, una hora. Sucedió que esos primeros toros salían inválidos, uno lo devolvieron al corral y el sobrero también. Después ya no salían tan inválidos. Y cuanto menor era su invalidez mayores eran las precauciones que se tomaba Ortega Cano.

Daba igual que salieran nobles. El cuarto propició el gran fracaso. Al cuarto, un cárdeno romero de encastada nobleza, Ortega Cano no acertó a torearlo pese a su insistente muletear. Trascendía de aquel trasteo una penosa sensación de incapacidad.

El quinto, de Los Bayones, cayó redondo y lo devolvieron al corral. Al sobrero de Carlos Núñez lo protestaron porque tenía el culo respingón. Qué injusticia. A ver si no va a poder tener uno el culo respingón.La verdad es que nadie se tomó en serio los últimos toros. Gélida y negra noche era al acabar y Ortega Cano marchó a escape, la cabeza gacha, la cara colorada. Mejor será olvidarlo. Digamos que esta corrida no existió.

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