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El gesto

La mano izquierda, en el bolsillo. La derecha, al vaivén calmado que sólo es capaz de armonizar horas, quizá siglos, de contumaz aburrimiento. Las piernas, ligeramente flexionadas y a la rítmica cadencia de la inquieta extremidad superior. Todo ello, debidamente acompañado con un resoplido. Daban las ocho, tras dos horas y media de otoñal y casi glaciar corrida, cuando aún faltaba un toro. Entonces, surgió el gesto. El más repetido de todos ellos. Hasta el viento pareció levantarse con el unísono resoplar del tendido. Atrás quedaban otros gestos que las enciclopedias dan en calificar de toreros: un hombre frente a seis astados; un matador que se retira en la denominada cátedra del toreo; Ortega Cano, torero fino, solo; el de Cartagena, cumplido el cuarto de siglo de torería, que dice adiós; Briceño, peón de fuste, que se corta la coleta."¡Qué hartura!", decía uno a la vez que su vecino reclamaba el derecho usurpado a la micción periódica. "La gallina que no ha puesto ya...", contestaba otro llegado a Madrid con toda seguridad desde zonas más campestres. Sin embargo, entre tanta desolación, se mantuvo un resquicio a la esperanza. La megafonía empezó a hablar. ¿Se supendía lo que faltaba de corrida acaso?. No. Un hombre tenía que retirar el coche. "Que sea yo, que sea yo", musitaba el ya casi incontinente espectador. Luego cayó en la cuenta que había venido en metro y en su cara se dibujó un profundo gesto, otro más, de decepción. El agraciado fue Juan Ruiz. "Ese seguro que es amigo del dueño de los altavoces", apostillaba una voz con la clara intención de no quedar anónima. "Se ruega al señor Juan Ruiz que retire su coche con matrícula..." "Eso es suerte. Si lo sé me traigo la furgoneta", contestaba el ya a estas alturas amarillo mártir de la próstata.

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Por su parte, el diestro se negó a hacer declaraciones. "El señor Ortega Cano ha dado orden de que no se le pase ni una llamada", decía, con la voz del que ya lleva 300 contestaciones similares, el recepcionista del hotel Reina Victoria. Por supuesto, en la plaza, una vez terminada la corrida, ni acercarse. En la voz del empleado hotelero se adivinó de nuevo el gesto. Un resoplido, quizás el mismo (¿estuvo el hombre en la plaza?), se oyó con nitidez por el auricular. Poco antes, una larga fila de apresurados taurinos daban cuenta de los urinarios venteños. Por supuesto, todos a coro repetían el gesto.

Triunfo de Caballero

Manuel Caballero triunfó en la sexta corrida de la feria del Pilar, celebrada ayer en Zaragoza, informa Pau Nadal. Se lidiaron toros de Guardiola. Litri, silencio y pitos. Jesulín de Ubrique, silencio en los dos. Caballero, oreja en los dos; salió a hombros.Por otra parte Chamón Ortega toma hoy la alternativa en la plaza de Leganés (Madrid), con toros de Nazario Ibáñez, informa F. Javier Barroso. És la primera alternativa que se da en el coso leganense. Será padrino Jesulín de Ubrique y testigo Pepín Liria. La corrida empieza a las cinco y media de la tarde.

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