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FESTIVAL DE CINE DE SITGES

Dos películas de producción catalana sitúan alto el listón de la calidad

L'arbre de les cireres, segundo largometraje del joven Marc Recha, y Em dic Sara, primero de Dolors Payàs, confirmaron ayer que algo se mueve en el adormilado cine catalán actual. Un filme realizado desde la más radical independencia, el de Recha, y un producto generacional que explora la cotidianidad de una mujer en la cuarentena han servido para que el festival se apunte el haber programado tal vez las dos mejores películas producidas en Cataluña en mucho tiempo.

Tiene L'arbre de les cireres dos virtudes indispensables en todo gran filme que se precie: primero, una sensibilidad acusada, extrema, que aflora en cada minuto del metraje, pero sin resultar jamás excesiva; segunda, una humildad a la hora de construir la puesta en escena que sitúa la película en la línea de los grandes maestros a los que el joven Recha ha convocado de alguna manera en su ayuda: Robert Bresson, el hoy tan poco recordado Marcel Hanoun; pero también José Luis Guerín y, por esa misma línea, Víctor Erice.El tercer gran logro de una película que tiene muchos más es que Recha logra, a pesar de lo que su filme evoca, un discurso del todo personal, coherente y hermosamente poético. La mirada de un niño que vive en una población del alicantino valle de la Gallineta y pinta lo que ve, mientras desde el off sonoro su voz va pautando el relato, se convierte en un enternecedor buceo en las entrañas de la vida cotidiana de un pueblo, con sus rituales, sus grandes momentos, sus pequeñas alegrías; también, claro, sus tragedias.

Dolors Payàs, hasta ahora docente y guionista, habla del tiempo que lleva vivido su cuarentona protagonista (Elvira Mínguez, en el mejor papel de su vida), una profesora de literatura inglesa ligeramente insatisfecha por el curso que lleva su existencia. Madre de una joven que pronto establecerá con ella una relación de competencia, amante de un hombre bueno y comprensivo, pero frío y distante, la mujer vivirá en pocas semanas varios hechos que terminarán convirtiéndola en víctima de sus propios temores.

Hay detrás de Em dic Sara lo que se intuye una visión personal sobre la vida, sobre las huellas, casi siempre dudosas, que el tiempo va imprimiendo en nosotros. Los apuntes sobre las cosas que separan a los hombres de las mujeres y viceversa revelan una buena capacidad de observación. Tiene alguna vacilación, pero en líneas generales es un filme sólido, bien narrado e inteligente en sus propuestas.

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