Un jurado valiente acierta con el premio de nuevos directores
"El uso sutil y magistral del lenguaje cinematográfico nos ha conmovido de manera profunda", reconoce el acta del jurado que otorgó ayer, por unanimidad, el premio al mejor nuevo realizador, dotado con 25 millones de pesetas, a la producción japonesa Mizu no naka no hachigatsu (Peces en agosto), de Yoichiro Takahashi. Nada hay que objetar a esta sensata aunque arriesgada decisión: por su calidad innovadora y por la sorprendente madurez de su factura, el filme del debutante Takahashi se había significado notablemente, desde su primer pase de prensa, como el más radical, delicado y poético de cuantos se proyectaron en la sección Zabaltegi/Zona Abierta.El mismo jurado decidió conceder también una mención al discreto y más bien olvidable filme alemán Plus minus null, de Eoin Moore, una película rodada bajo mínimos de producción y que cuenta, a partir de una desarmante sencillez en la puesta en escena -que en ocasiones se confunde con inanidad-, una historia de amor destinada al fracaso entre un atribulado obrero de la construcción y una prostituta de origen bosnio en el Berlín de hoy mismo.
La habitualmente generosa pedrea del resto de los distintos jurados no oficiales del festival donostiarra premió, como en el caso del palmarés oficial, a Fernando León como autor del mejor guión original por Barrio -sendos premios de los Autores Literarios de Medios Audiovisuales y del Círculo de Escritores Cinematográficos-, y con una mención en el caso del jurado Fipresci, el de la crítica internacional, que concedió el máximo galardón al extraño y envolvente filme japonés After life, de Hirokazu Kore-Eda.
Por su parte, el Premio del Público, dotado con cinco millones de pesetas destinados a la distribuidora española del filme ganador, fue a parar a manos de la empresa Warner Sogefilms, importadora de la producción brasileña Estación Central de Brasil, de Walter Salles, que ya había ganado el máximo galardón del pasado Festival de Berlín.
Valores humanos
En lo que se refiere al Premio de la Solidaridad, patrocinado por la Cruz Roja guipuzcoana y que selecciona de entre la sección oficial la película que mejor promueva los valores humanos, el altruismo y la solidaridad, recayó finalmente en Don, del iraní Abolfazi Jalili, una dura crítica de la explotación infantil y del trabajo semiesclavo en el Irán contemporáneo.Finalmente, el jurado de la Organización Católica Internacional del Cine (OCIC) concedió un gran premio a la película de Robert Guediguiane A la place du coeur, y un galardón especial a la entrañable producción independiente estadounidense La ciudad, de David Riker, serena crónica de la vida cotidiana de las comunidades latinas de neoinmigrantes en Nueva York.
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