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Crítica:ÓPERA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Imaginación para estéticas fronterizas

La idea es feliz: unir en una sola sesión dos obras musicales de Henze y Maderna con textos de García Lorca. Los terrenos en que se mueven son fronterizos: teatro imaginario en El Rey de Harlem a partir de Poeta en Nueva York; balada amorosa con una ópera radiofónica en Don Perlimplín. Estos espectáculos de teatro musical de cámara se ofrecían antes en salas alternativas. Ahora se presentan desde los teatros oficiales. Es un paso importante y hasta un poco inquietante. Coproduce el Festival de Granada, el teatro de La Zarzuela y el teatro de La Fenice de Venecia.El teatro de La Zarzuela ha sido el primer gran beneficiario de la reapertura del Teatro Real. Se ha cargado las pilas, y de qué manera. El espectáculo inaugural de esta temporada se sale de todas las rutinas. Se integran en un todo unitario los diferentes elementos puestos en juego. La orquesta sube al escenario para realzar su presencia y protagonismo. La palabra, fundamental en Lorca, siempre está en primer plano. La escenografía -rotunda, austera y evocadora de cabarés de dos continentes en Henze; más dispersa, simbólica y ensoñadora en Maderna- no interfiere en la esencia musical de las obras. Su función es ilustrativa y profundamente respetuosa, tal vez no muy sugerente, pero en cualquier caso efectiva.

Centenario de García Lorca

"El Rey de Harlem" (1980) de Hans Werner Henze. "Don Perlimplín (o El triunfo del amor y la imaginación)" (1962) de Bruno Maderna. Dirección musical: José Ramón Encinar. Dirección de escena: Manuel Gutiérrez Aragón. Escenografía y figurines: Gerardo Vera. Orquesta de la Comunidad de Madrid. Sax-Ensemble (director: Francisco Martínez). Reconstrucción de la música electroacústica original de Maderna: Agon Acústica Informática Música Milán. Con Linda Mirabal, Flavio Oliver, Beatriz Lanza, Aurora Bautista, Manuel Galiana, Pablo Turégano y Marco Pérez Prado. Teatro de la Zarzuela

Ilusión contagiosa

José Ramón Encinar vive una de sus noches más hermosas en este singular espectáculo. No es cuestión únicamente de dominio estructural en la compleja partitura de Henze, o de refinamiento tímbrico en Maderna, al frente de una orquesta de la que extrae sus máximas posibilidades actuales. Encinar está en la médula secreta de una música que defiende con ilusión contagiosa. Es el "triunfo del amor y la imaginación", homenajeando a Maderna.La serenidad y humildad de Gutiérrez Aragón, poniendo la escena al servicio de la música, contribuye de forma fundamental a la fluidez narrativa y permite además que brillen con toda su luz propia la cubana Linda Mirabal en El Rey de Harlem, o Beatriz Lanza encarnando con propiedad a Belisa en Don Perlimplín. La profesionalidad teatral de Manuel Galiana y Aurora Bautista está fuera de dudas. Los personajes instrumentales -el flautista Marco Pérez Prado, como Don Perlimplín, y el quinteto de saxofones Sax-Ensemble como la Suegra- se integran con suavidad en la originalidad del tratamiento músico-teatral.

Lorca tiene así un digno homenaje desde la música, mientras los espectadores amplían sus horizontes estéticos en estas propuestas equidistantes del teatro, la música o la ópera, resueltas con imaginación, contención expresiva y una pizca de melancolía reflexiva.

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